Un olivo maravilloso. Tradición lorquina
Antiguamente no se conocía ninguna flor en los campos que no tuviera misteriosa relación con las hadas ni casi ningún árbol que careciese de terribles leyendas y de un protector sobrenatural; en el día, por desgracia, han desaparecido tan poéticas creencias y solo nos queda la tradición de ellas, como una página iluminada en la cual los signos de varias edades se hallan amontonados. En las más antiguas mitologías hallamos árboles sagrados, algunos de los cuales han seguido siendo venerados así bastante tiempo después de conocerse un dogma más puro, así es que no hay parte alguna del mundo en la que por un pueblo y en una época determinada, no hayan sido, considerados los árboles como objetos de un culto directo o formando el templo, bajo cuya sombra solemne eran adoradas otras divinidades más remotas.
Uno de estos es el olivo, cuya vida es difícil de determinar. La ciencia heráldica en su lenguaje emblemático simboliza en sus hojas la idea de paz y de triunfo o victoria.
Si este árbol no tuviese tantos enemigos que alteran -24-su desarrollo, cuartean su corteza, atacan la médula, secan la madera, y viven de sus hojas y fruto; si los hielos y el calor alternando, no variaran el curso de la savia y condiciones vitales, el olivo sería imperecedero por su tronco, pues por las raíces su vida se prolonga muchos siglos.
No puede Lorca enorgullecerse cual los habitantes de Cádiar, que vienen cuidando a porfía y enseñando al forastero, viejísimo olivo, a cuya sombra dice la tradición fue coronado Aben Humeya por Rey de los moriscos, ni cual los hijos de Vizcaya con su venerable árbol de Guernica, ni como los naturales de Pontevedra con su famoso roble de Santa Margarita, que representa antiguas y venerandas instituciones forales, que lo consideran y contemplan como una reliquia, ni cual los de Yuste con su añoso y corpulento nogal, tenido en gran veneración histórica, y del que no hay viajero que no se lleve algunas hojas como recuerdo de su peregrinación al monasterio, última mansión del emperador Carlos V, ni cual Granada con su ciprés de la sultana y su laurel de la Reina (que traen a la memoria poéticos recuerdos de la mujer de Boabdil y de doña Isabel de Solís), ni cual Madrid con su melancólico ciprés del Retiro, en el paseo conocido por las Estatuas, árbol que creció según dice la leyenda, regado por las lágrimas que la esposa de Felipe IV derramó por causa del ligero y desdichado conde de — 25- Villamediana [1]. No parece sino que cierta ley fatal se encarga de hacer desaparecer de nuestra querida ciudad de Lorca todo aquello que conserva de tradicional y legendario, que aquí también se conservaba una antigua olivera según claramente se manifiesta por los datos que hemos venido reuniendo y que ahora publicamos por vez primera.
Era muy propio del carácter árabe el consagrarse al cultivo de toda especie de árboles y flores, y por ello adelantaron tanto en este ramo de las ciencias naturales, que sus libros y sus métodos son aún seguidos en esta región y encomiados por los sabios de todos los países. Díganlo si no los tratados de Agricultura de Abu Zaccaria, que ocupan hoy un lugar preferente en las librerías de los agrónomos y la huerta de toda esta provincia, donde se siguen rigiendo por las excelentes prácticas y maravillosa legislación de riegos que nos legaron aquellas razas a quienes un exagerado fanatismo y la odiosidad que recae siempre sobre el vencido, calificara de bárbaras, aun hasta en nuestros días.
Estos autores árabes nos hablan de la antigua Torre del aceituno y del sitio pintoresco en -26- que estuvo ésta situada en la capital de Granada.
Siguiendo fielmente al arabista Sr. Simonet, que a su vez hizo un precioso estudio de este monumento, consignaremos que desde remota edad los cristianos de la antigua Ilíberis, erigieron en la cumbre del Albaicín un templo que logró subsistir durante los primeros cinco siglos de la dominación sarracena. A que lo respetase la morisca debieron contribuir los prodigios que allí se verificaban y los beneficios que cristianos y muslines recibían del cielo por medio de una fuente y de un olivo maravilloso que había en el recinto de aquel santuario; a este olivo, pues, debió aquel edificio el nombre de Iglesia del Olivo (Ganmit az Zeitnna) con que le conocieron los árabes.
Abu-Hamid el Andalusí, que escribía en 1162, dice que en las cercanías de Granada hay un templo, y en su entrada una fuente y un olivo, adonde la gente se dirige en determinado día del año; en tal día, al salir el sol, la fuente arroja gran cantidad de agua y aparecen en el árbol las flores, cuajando luego las aceitunas, que van engordando y ennegreciendo durante el día. Los concurrentes toman cuanto pueden de aquellas aceitunas y de aquella agua, guardando ambas cosas para remedios.
Acerca del olivo prodigioso y de su situación, otro autor arábigo, cuyo nombre desconocemos, que escribió un tratado de Geografía
que conservaba manuscrito D. Pascual Gayangos, añade lo siguiente: En este monte está el olivo-27- de quien dice la gente que florece, cuaja y sazona sus frutos en el mismo día. Yo he contemplado este olivo, que está cerca del castillo llamado Sacro, y se compone de dos ramas, al pie de un edificio elevado; yo vi este dicho aceituno en el día de la Ancara [2]en cuyo día se reúne mucha gente a su alrededor, y en él vi granos de aceitunas como las que hay en toda tierra en el mencionado día, sin más diferencia, que al elevarse el sol estaban verdes, al medio día se pusieron blanquecinas y a media tarde apareció en ellas un poco de rubicundez, en cuyo estado la gente las arrebató a porfía, y si las hubiesen dejado estar hasta el fin del día, acaso se hubiesen puesto negras.
Este autor anónimo afirma terminantemente que el tal olivo estaba cerca del collado y castillo de Monte Sacro. Además Abu-Hamid lo pone en las cercanías de Grana, y junto a una fuente. Ni vale que se alegue, como se ha alegado, que el aceituno prodigioso estaba en Legura de la Sierra, provincia de Jaén, y según el célebre geógrafo Ahmed-ben-Omar Alodzrí, en su obra acerca de los caminos y provincias de España, se hallaba en Lorca.[3] — 28 —
Opinamos, con el mencionado Sr. Simonet. que los autores referidos tienen razón, pues lo mismo en Granada, que en Legura y en Lorca, hubo otros tantos olivos maravillosos, vástagos del famoso de San Torcuato, en Guadix, en quien solía verificarse semejante prodigio, aunque no en el día de San Juan, sino en el del Santo Apostólico, según consta por respetables documentos.[4]
Desde allí la piedad de los devotos de San Torcuato fácilmente pudo trasportar vástagos de aquél maravilloso olivo a la cumbre de San Miguel el Alto, próxima a la puerta de Guadix, y a los pueblos de Legura y Lorca, no muy desviados de aquella ciudad; y puede creerse piadosamente que Dios quiso premiar a aquellos devotos, concediendo a las ramas trasplantadas por ellos la misma virtud y un prodigio semejante al que se verificaba en Guadix sobre el sepulcro del varón apostólico.
[1] Hace algunos años que se cultivaban más olivos en Lorca, pero este cultivo, entregado a las prácticas rutinarias de los que lo entendían ha sido todo lo malo que podía desear, hasta el punto de haber obligado a los propietarios de olivares a arrancarlos y vender la leña por lo escasamente que daban la cosecha ( ! ) Memoria de la Exposición que en 188S celebró la Sociedad Económica (Nota del autor).
[2] Es decir, la fiesta de San Juan Bautista, a 24 de junio, fiesta que celebraban a la sazón cristianos y musulmanes, y aún la celebran los moros de África (nota del Sr Simonet, como todos los detalles que indicamos).
[3] En Lorca, nuestro país, en la Diputación del Río, paraje de Lerna, existe la finca conocida por La Hacienda de la olivera, que sin duda debe su nombre, por una magnifica que revela gran antigüedad, situada en el centro de la propiedad. Olivos notables también por su antigüedad, pueden verse en el sitio conocido por Torralvilla, propiedad de los herederos de D Luis Sastre; los plantados en la cima del Calvario también acusan bastantes años. En un pleito que hace bastante tiempo sostuvo Lorca con el pueblo de Mula, sobre los límites, pleito que llegó a imprimirse por la mucha extensión de las pruebas y alegatos, se habla repetidamente de la célebre olivera del moro, cuya situación no se sabe precisar en la actualidad. ¿A cuál de estos ejemplares podrán referirse los autores árabes que indicamos en el texto, al señalar a Lorca como uno de los puntos en que se encontraba el prodigioso olivo? (Nota del autor)
[4] Flórez, España sagrada, III, 96. (Nota del autor)
FUENTE:
Cáceres Plá, Francisco. Tradiciones Lorquinas, Madrid. (s.n., Imprenta del Progreso Militar) s.a., 1898, pp. 23-28.
Edición: Pilar Vega Rodríguez
[1] Hace algunos años que se cultivaban más olivos en Lorca, pero este cultivo, entregado a las prácticas rutinarias de los que lo entendían ha sido todo lo malo que podía desear, hasta el punto de haber obligado a los propietarios de olivares a arrancarlos y vender la leña por lo escasamente que daban la cosecha ( ! ) Memoria de la Exposición que en 188S celebró la Sociedad Económica.
[2] Es decir, la fiesta de San Juan Bautista, a 24 de junio, fiesta que celebraban a la sazón cristianos y musulmanes, y aun la celebran los moros de África (nota del Sr. Simonet, como todos los detalles que indicamos).
[3] En Lorca, nuestro país, en la Diputación del Río, paraje de Lerna, existe la finca conocida por La Hacienda de la olivera, que sin duda debe su nombre, por una magnifica que revela gran antigüedad, situada en el centro de la propiedad. Olivos notables también por su antigüedad, pueden verse en el sitio conocido por Torralvilla, propiedad de los herederos de D Luis Sastre; los plantados en la cima del Calvario también acusan bastantes años. En un pleito que hace bastante tiempo sostuvo Lorca con el pueblo de Mula, sobre los límites, pleito que llegó aimprimirse por la mucha extensión de las pruebas y alegatos, se habla repetidamente de la célebre olivera del moro, cuya situación no se sabe precisar en la actualidad. ¿A cuál de estos ejemplares podrán referirse los autores árabes que indicamos en el texto, al señalar a Lorca como uno de los puntos en que se encontraba el prodigioso olivo?
[4] Flórez, España sagrada, III, 96.