Virgen de los Desamparados
Atribuye una constante tradición de muy antiguo haberse observado diferentes veces que— 164 — la prodigiosa imagen, en cuya mano derecha tiene una azucena, la ha inclinado ya a la derecha, ya a la izquierda, sirviendo esta señal para que los hermanos de su cofradía tuviesen una indicación de que hacia aquel lado había algún cadáver desamparado, y saliendo a buscarlo en aquella dirección lo han encontrado en el campo o en la ciudad, y le han dado religiosa sepultura.
También se refiere que siendo el marqués de Caracena virrey y capitán general de los reinos de Valencia, llevaban a ahorcar a un hombre, a quien la justicia había encontrado legalmente culpable, empero que era inocente. Al presentarse el reo ante la imagen de María según se acostumbraba con los infelices que se conducían al suplicio, la imagen de la Virgen dio cinco golpes con la azucena que tiene en la mano, sobre el muro del nicho.
El pueblo había presenciado el prodigio, pero el ministro encargado de la conducción del reo y de hacer se cumpliese la sentencia, por haberse quedado a la puerta de la iglesia, no había oído los golpes, y mandó continuar la fúnebre comitiva hacia el lugar del suplicio.
Crecieron las voces del pueblo: el reo protestó nuevamente su inocencia, y suplicó al ministro volviese a permitirle orar segunda vez ante la santa imagen, confiando en que esta reiteraría — 10» — también en su prodigio. Condescendió el ministro a las súplicas del reo, que apoyaba poderosa mente el clamor popular. Entonces volvieron a oírse por todos con religioso asombro los cinco golpes. Se suspendió la sentencia, e informado el virrey del milagroso suceso mandó poner en plena libertad al reo, diciendo:
—A quien da libertad la reina, ¿cómo puede condenarle el virrey?
FUENTE:
Muñoz Maldonado, José. “Virgen del Amparo”, Historia, tradiciones y leyendas de las imágenes de la Virgen. Impr. y Litografía de D. Juan José Martínez,1861, pp. 163-164.