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Legendario Literario Hispánico del siglo XIX

Proyecto I+D Ministerio de Economía y Competitividad FFI 2013-43241R

Publicación

 Crónica General de España. Historia ilustrada y descriptiva de sus provincias. Obra redactada por conocidos escritores de Madrid, provincias y de América. Valladolid. Editores Madrid Grillo, Rubio y Vittori, 1869. (cp. 9, pp. 47-48).

Acontecimientos
Personajes
Isabel la Católica, Juana la Loca
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LOCALIZACIÓN

MEDINA DEL CAMPO

Valoración Media: / 5

[Isabel la católica y Juana la Loca]

 

Medina del Campo, la más opulenta ciudad de Castilla, la que señoreada por su castillo de la Mota había presenciado más de un notable suceso, ya cuando en la referida fortaleza ondeaba el estandarte de los rebeldes contra Enrique, siendo uno de los principales caudillos sublevados, el arzobispo de Toledo ya cuando pasó a manos del arzobispo de Sevilla, Fonseca, y después a las de su sobrino; Medina, la que llamó en su ayuda contra este al alcaide de Castronuño, Pedro de Mendavia, uno de los famosos tíranos de su tiempo, terror de aquella comarca del Duero al Tormes; la que vido venir contra el famoso alcaide al conde de Alba, el cual tomó en tercería el castillo hasta que fuesen indemnizados los Fonsecas; la que luego hizo presente de la disputada fortaleza (1475) a Fernando e Isabel; Medina, en fin, la que recibió a aquel en triunfo después de la batalla de Toro, vid a menudo honrado su recinto con la presencia de los Reyes Católicos.

En Medina del Campo crearon estos en 1480 el tribunal del Santo Oficio, nombrando los primeros inquisidores; de Medina salieron a 27 de marzo de 1489, emprendiendo aquella gloriosísima campaña que les dio el señorío de Granada, de donde tornaron en 1494; trataron luego en 1497 con el embajador francés los repartos de Nápoles y Navarra, viendo con horror arder por tres veces (1479, 1491 y 1492) el emporio del comercio castellano; incendios que, por lo repetidos, no pueden menos de despertar las sospechas de mala intención que en semejantes casos acoge y propaga el vulgo.

También lloró en Medina del Campo Isabel la Católica la demencia de que su hija la infanta doña Juana dio tan lastimosas e irrecusables muestras, cuando, sin más anhelo que acudir en busca de su esposo el archiduque, tomó por morada una cocina del castillo de la Mota, y clavados los ojos en la barrera, ajena a la intemperie y desabrigo en que se obstinaba en vivir, sin obedecer órdenes de sus padres ni ruegos de servidores, no hacía sino estar al acecho del puente levadizo, por donde la mísera princesa pensaba huir, hasta que su madre logró templar un tanto el desva-48-río ofreciendo enviarla el archiduque, apenas llegase la primavera.

Dos grandes sucesos, acaecidos en Medina, nos quedan por recordar antes de otros mucho más importantes todavía. En el castillo vivió, deslealmente aprisionado, D. Fernando, duque de Calabria, llegando a perder toda esperanza de poseer el trono de Nápoles que por derecho le correspondía. A César Borja encerró con no menor deslealtad, Fernando V en el castillo de la Mota; pero aquel, tan pérfido y más osado, hoyó al cabo de dos años del encierro, descolgándose por las almenas la noche del 25 de octubre de 1506...

La narración de sucesos nos ha hecho traspasar el límite debido. Doña Isabel I, o mejor, la católica, yacía sumida en hondísima tristeza. ¿Quién sabe si la gran reina experimentó más de un remordimiento? ¡Acaso recordaba que con su conducta y matrimonio había alentado la deslealtad de los grandes señores contra el débil Enrique IV! ¡Acaso recordaba con espanto que no era ella la legítima heredera del trono de Castilla, del cual había despojado a doña Juana! ¡Acaso veía el castigo de Dios en haber perdido al único hijo varón, a la primogénita y al nieto, en lugar de las cuales quedaba tan solo aquella desventurada doña Juana, a quien ya apellidaban todos la Loca!... Exímanla de las pasadas culpas sus grandes calidades de reina y sus virtudes cristianas, y pues ya la eximieron los hombres, es de creer que la misericordia divina tuviese en cuenta los dolores y virtudes de que did muestra hasta el 26 de noviembre de 1504 en que expiró a la hora de mediodía en Medina del Campo, la cual, aunque ya de por sí no tuviese clarísimo nombre, fuera por tan señalado suceso célebre en el mundo.

Mandó Isabel la Católica no vistieran luto los pueblos por su muerte, más en cambio le vistió el cielo, durando semanas enteras las lluvias que estuvieron cayendo a mares mientras llevaban el cadáver de la magnánima reina a Granada.

 

FUENTE: Crónica General de España. Historia ilustrada y descriptiva de sus provincias. Obra redactada por conocidos escritores de Madrid, provincias y de América. Valladolid. Editores Madrid Grillo, Rubio y Vittori, 1869. (cp. 9, pp. 47-48).