Ermita de San Bernardino, patrón de la villa
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He aquí cómo la leyenda y la tradición narran e! origen de la fundación de esta ermita. En el año del Señor de 1450, estando en la plaza de esta villa Pedro García, Víctor y Pedro Fernández Ceinos y Martin Gómez de Diegos y otras muchas personas de esta vecindad, se presentó Juan García, de Villafrades y dijo a Fernando, su hermano, también de Villafrades, que con aquellos conversaba, que le pedía por amor de Dios y del Sr. San Bernardino que le ayudase a levantar una iglesia a dicho santo, en una tierra que su padre les había dejado entre Cuenca y Villalón, porque le tenía mucha devoción a este Santo.
A lo cual contestó Fernando:
—Buena locura le traes tú con tu Santo: harás mejor en procurar de tu hacienda, que no andar haciendo cosas con que hagan burla de ti: ayúdame a segar hoy, que yo te lo pagaré.
Entonces dijo Juan García:
— Yo rogaré a Dios y al Sr. San Bernardino para que demuestre en ti un milagro y no vengas de la siega, sino atravesado; porque dices que ando haciendo locura.
—No eres tú digno de que Dios te oiga, contestóle Fernando. —70
Fuese este a segar, y apenas había hecho quince gavillas, notó que se desmayaba; entonces se dirige a donde tenía la ropa y tomando una escudilla hizo una sopa en vino, quiere comer ésta y se convirtió toda en un cuajarón de sangre. Al ver esto maravillóse y alzando los ojos vio delante de sí a muchos frailes. Uno de éstos le dijo:
—Buen hombre, ¿por qué no quieres hacer lo que te dice tu hermano? Yo, San Bernardino de Sena, te mando que lo hagas; y si lo hicieres hallarte has bien de ello y si no lo hicieres hallarte has mal de ello.
-¡Creo en Dios! exclamó Fernando.
- Así lo debe hacer todo buen cristiano, repuso el Santo; más esto que te digo no lo eches en olvido; yo rogaré a mi Señor Dios que muestre milagros y maravillas en las personas que a mí se encomendaren, a fin de que ayuden a tu hermano en la construcción de la nueva iglesia,
Y desapareció con los que le acompasaban.
Quedóse Fernando muy espantado y maravillado; pero repuesto, comenzó a apañar las gavillas que tenía segadas. Y estando en esta faena se cayó sobre una de ellas y no se pudo levantar. Pasa por allí Pedro Fernández, vecino de Moral de la Reina, le llama y aquél no contesta. En vista de esto tan luego como llegó a Cuenca refirió el suceso a la mujer —71 - y al hijo de Fernando y otras personas. Tomaron aquéllos una bestia y fueron por éste y en ella, atravesado como cosa muerta, trajéronle a la villa. Le acostaron y durante los diez y siete días que estuvo en cama ni comió ni bebió ni habló y todos los cueros del cuerpo se le mudaron.
Encontrándose en este estado, su hermano Juan García rogó a Dios para que, por !a intercesión del Sr. San Bernardino, recobrase su hermano la salud. En seguida tomó un azadón y una pala y fuése a cavar y a abrir el cimiento de la dicha iglesia. Entonces el enfermo, recobró el habla y dijo:
—Oh, Sr. San Bernardino, yo te ruego que me perdones y pidas a Dios que me conceda la salud, y prometo trabajar por todos los días de mi vida en tu servicio; luego que me levante he de comenzar a construir vuestra iglesia y prometo edificar en ella cuanto pueda.
Tan pronto como por la villa se dijo que Fernando García había recobrado el habla, personáronse en casa de éste, Martin Fernández, Juan Gómez, Alonso Fernández de Diego, Pedro García Rico y Martín Gómez de León, Escribano público del Rey del Número de esta villa, quien preguntando a Fernando cómo estaba y qué era lo que había acaecido contestó éste lo susodicho y jurólo en forma, dando fe de todo ello el mencionado Escribano-72-[1]
Pérez García, Andrés. El libro de Cuenca de Campos: apuntes geográfico-históricos acerca de dicha villa (Valladolid). Villalón, Imp. y Encuadernación de Juan Guerra), 1886, pp.69-72.
Edición: Pilar Vega Rodríguez
[1] Tabla manuscrita existente en la Ermita, En aquella puede leer el devoto algunos milagros que Dios obró por la intercesión del Santo.