LA VENTANA DEL DIABLO.
TRADUCCION (sic.)POPULAR.
INTRODUCCION.
De Valencia en una calle,
Que se titula en el día
Calle del Horno del Vidrio,
Existe una casa antigua,
Cuyas vetustas paredes
Hoy renovadas se miran
Sin que el rastro se descubra
De su parda sillería.
En el ángulo sombrío
Que la fachada termina,
Hacia el medio de la calle,
Y el cual en remotos días
Sirvió de apoyo a las tapias
De un jardín que cerca había
Donde hoy existe un callizo
Sin entrada y sin salida;
No ha mucho que una ventana
De estructura nunca vista,
Por estar de un modo extraño
Cortada en la misma esquina,
Era el tema inagotable
De consejas peregrinas,
Y del ignorante vulgo
Pasmo, asombro y maravilla.
Las viejas que cerca viven
Con hondo terror la miran,
Y siempre que cerca pasan
Se apresuran y santiguan;
Y circulan por el barrio
De gomias[1], duendes y arpías
Historias tan espantosas
Que los cabellos erizan.
Unos, que han visto aseguran
Allá en la noche sombría,
Abrirse de la ventana
Las dos hojas por sí mismas,
Y cabalgando en escobas,
Entrar catervas nutridas
De brujas, que en aquel sitio
Su aquelarre solemnizan.
Otros, baladros [2]horribles
Y espantosa gritería
Y ruido de cadenas
Que han oído certifican.
Tal pretende que en las noches
De tempestad, cuando silba
Furioso el ronco huracán,
De la ventana maldita -111-
Se desquician ambas hojas
Con un fragor que horroriza,
Y una fosfórica llama
Se escapa por las rendijas.
Y al pasar de boca en boca
Estas versiones distintas,
Que excitada por el miedo
Abulta la fantasía,
No falta quien da por cierto
(Y al decirlo se santigua)
Que ha visto el diablo en persona
Cierta noche que salía
De la ventana; y tan cerca
Pasó de donde él le vía,
Que pudo asirle de un cuerno,
Si el pavor no le atosiga.
---
No tan horrendas historias
De trasgos y brujerías
El vulgo supersticioso
Sin causa alguna fabrica.
De la Ventana del Diablo
Aun se cuenta en nuestros días
La tradición misteriosa
Que tanto embuste origina.
Como la oí siendo niño,
Voy, lector, a referirla;
Y cuenta que nada pongo
De mi propia fantasía.
Tal como yo te la ofrezco
La misma fama la dicta,
Y en cierto códice antiguo
Fray Galcerán[3] la consigna. -112-
ROMANCE 1.
DOS ESTUDIANTES.
En un menguado aposento
De ratas viles morada,
Cuyas húmedas paredes
Festonan las telarañas,
Dos hombres, cuyos jubones
Son celosías de sarga,
Donde asoma una camisa
Que fue en otro tiempo blanca;
El uno enfrente del otro,
Y en gran silencio, ocupaban
Junto a una mesa algo coja
Dos sillas desvencijadas.
Era una tarde de enero
Y el sol que a occidente baja
Un rayo cansado
En que rebullen y nadan
Mil átomos juguetones,
Desliza oblicuo en la estancia
Por el estrecho lucero
De una mezquina buharda[4].
Y a su luz dudosa entrambos
Formando un arco la espalda,
Los codos sobre la mesa,
Sobre los puños la barba,
En dos infolios [5]abiertos
Atenta la vista clavan,
Cual si enfrascados y absortos
En su lectura se hallaran.-113-
Mas aunque el libro parece
Que la atención les embarga,
Si se observan bien sus ojos,
La expresión incierta y vaga
De sus veladas pupilas
Da muestra patente y clara
De que en al que en su lectura
Tienen la mente ocupada.
Eran ambos estudiantes,
Según el códice narra,
Y el Corpus juris canonicus
El libro que contemplaban.
Su edad en los veinte frisa,
aunque su porte y su traza
Van publicando el rigor
Con que fortuna los trata,
Pesia la astrosa ropilla
Y a las calzas horadadas,
Aun dan patentes indicios
De su presencia gallarda.
Y a aun de su ingenio estrenado
Nos habla mucho la fama
Maguer que fray Galcerán
No menta esta circunstancia.
Mas puedo, lector, decirte,
Por ser cosa averiguada,
Que la sacra teología
Ambos mozos estudiaban,
Y que en las rudas contiendas
Y en las controversias arduas
Que en las aulas de aquel tiempo
Eran de la ciencia el alma,
Hugo Maza y Juan Belluga
(Que así los héroes se llaman -114-
De este cuento peregrino)
Se daban tan buena maña,
Y en sutilezas y argucias
Tan fecundos se mostraban,
Que al sofista más ladino [6]
Pudieran dar quince y falta,
De repente Juan Belluga
Enderezando la espalda
Y echando hacia atrás el cuerpo,
Dio en la mesa una palmada.
Quitó los ojos del libro
Al golpe rudo Hugo Maza,
Y fijó absorto en Belluga
La pensativa mirada.
Y mientras el tenue rayo
Del sol dejaba la estancia,
Es fama que entre los dos
Mediaron estas palabras.
Belluga. Pues que no hay otro remedio
¡Vaya al diablo la sotana!
Que bien mirado el asunto
No sirvo yo para papa.
Maza.-Vítor Belluga lo propio
Pensando ahora mismo estaba,
Que para ser un mal cura,
Mejor cosa es no ser nada.
B.- ¿Luego al bonete renuncias?
M.-Renuncio de buena gana.
B.-Pues ya que nada lo estorba
Hablemos de las rapazas.
M.-Hablemos de ellas, Belluga,
Y hablemos hasta mañana, -115-
Que de pensar en Gertrudis
La boca se me hace un agua.
B.-Escucha, pues, Juan amigo,
Diréte el plan de campaña
Que, tras de hilarme los sesos,
Se me ha ocurrido.
M.-Pues habla,
Que siendo el plan cosa tuya
Ya, sin saberlo, me agrada.
B.—Tú por Gertrudis te mueres,
Yo pierdo el seso por Juana;
Las dos nos dieron su fe
Por las rejas de su casa,
Lanzando el pecho suspiros,
Manando los ojos agua,
Lo cual, en romance puro,
Quiere decir que nos aman.
M.- Veritas vincit: prosigue
Que espero tu plan con ansia.
B.-Mi plan es ir esta noche
Sin más tardanza a su casa,
Y pedir sus blancas manos
Al tirano que las guarda.
Se encoleriza el escriba
Al escuchar la demanda,
Y al ver nuestras bragas rotas,
Nos envía noramala.
Entran ellas afligidas
Y se arrojan a sus plantas,
Interceden, lloran, ruegan,
Se acongojan, se desmayan;
Ablándase el padre fiero,
Consiente al cabo, nos casa,
Y a su bolsón, cuando muera,
Le echamos ambos la garfa. [7]
M.-¿Y si el escriba se niega
Y al ruego de las rapazas
Responde con dos moquetes[8]?
B.-Si de esa suerte las trata,
Y por bien no conseguimos
El premio de nuestras ansias,
En caso tal, Hugo mío,
Será forzoso roballas[9].
M.-; Raptavae sit mulier! ¡bueno!
¡Me agrada mucho esa traza!
Robemos presto, Belluga,
Que me aflige la tardanza.
B.-Probar conviene primero
Si el viejo torvo se ablanda.
M.-No hará tal, que es escribano,
B.-Pues virga ferrea: mañana
Anochecen sus pimpollos
Y no amanecen.
H.-Me agrada!
¿Y el Corpus juris?
B.-Al fuego.
M.-¿Y el bonete y la sotana?
B.-Váyanse a vestir al diablo,
Si es que el oficio le cuadra.
M.-Me agrada, Vitor Belluga!
¿Para cuándo es la embajada?
B.-Antes que cierre la noche.
M.-Pues salgamos sin tardanza,
Y manos compongan villa
Si es que los ruegos no bastan.
___
Y a un tiempo los dos teólogos
De la mesa se levantan,
Se calan hasta la oreja
Dos chapeos[10] cuyas alas
En fe de amistad antigua -117-
Les quieren besar la cara,
Y de una angosta escalera
Bajando las rotas gradas,
Con pecho determinado
A la calle se abalanzan
Y el paso firme enderezan
Hacia una casa inmediata.
Era ya entrada la noche
Y entre sus sombras opacas
Dos bultos en un balcón
Distinguen Belluga y Maza.
Se acercan, páranse, miran,
Dan un golpe con las palmas,
Responden con una tos;
Se cruzan breves palabras.
Las damas (que damas eran
Las dos que al balcón estaban)
No sé qué escuchan que al punto
Se retiran asustadas,
En tanto que Juan Belluga
A la puerta de la casa
Con paso firme y ligero
Se acerca, y resuelto llama.
ROMANCE II.
LA ENTREVISTA.
Con los anteojos calados
Y un dedo en la barba puesto,
Alta la vista unas veces
Y otras clavada en el suelo,
Por su estudio se pasea
El escribano Verdejo
Dictando a su tagarote [11] -118-
Se ignora qué documento.
Era Verdejo un vejete
Que contaba por lo menos
Setenta inviernos cumplidos:
Alto, amojamado, seco;
Con dos ojos manantiales
Donde se asoman a trechos
Cuatro pestañas que el flujo [12]
Les dejó para recuerdo.
Las piernas forman dos arcos
De la gota pasatiempo,
Sin muslos ni pantorrillas
Que desigualen los huesos.
Un solo diente a la boca
Le asoma mustio y enfermo,
Que por verse solo y triste
No se quita el sayo negro.
La nariz toda es tabaco
Y aun le sobra para el pecho,
Que a recoger lo que mana
No es bastante el pañizuelo.
Las orejas por crecidas
Se le emancipan del cuerpo,
Tan despegadas, que forman
Dos ventanicos abiertos.
Por no poder sujetallas
No ejerce en ellas su imperio
La estrecha jurisdicción
De un gorro sucio y mugriento.
Calzas negras atacadas,
Gabán de velarte [13]negro
Componen el atavío
Del escribano Verdejo.
El cual a la escasa lumbre -119-
Que permite al aposento
La pantalla formidable
De un velón de tres mecheros,
Semeja en lo desvaído,
Torvo, flaco y macilento
De algún flamenco tapiz
Invención, pasmo y modelo.
Enfrascado en su minuta [14]
Medía la estancia el viejo,
Cuando súbito a la puerta
Llamaron con golpe recio.
Paróse, cortó la frase
Que dictaba por en medio
Y dijo para su sayo:
-«Testamentico tenemos.»
Y en su sillón de baqueta
Sentóse muy grave y serio,
Y el tagarote la pluma
Dejó puesta en el tintero.
Con el sombrero en la mano,
Y haciendo curvas el cuerpo,
Entraron Maza y Belluga
De susto y vergüenza llenos.
Hacia la puerta el escriba
El cuello alargó por vellos,
Calándose bien las gafas
Y frunciendo el entrecejo,
Miróles muy de soslayo
El tagarote, y poniendo
Junto a la mesa dos sillas
Les hizo tomar asiento;
Y ellos turbados, confusos, -120-
Se quedaron y en silencio,
Bajando al suelo los ojos,
Y vueltas dando al sombrero.
Entretanto el escribano,
Torciendo sombrío el gesto,
De la estudiantil pareja
Hizo análisis completo.
Y sacando por el hilo
De sus raídos gregüescos
El ovillo de su hacienda,
Y hallándole igual a cero,
Mohíno al fin y cansado
De esperar por tanto tiempo,
De esta manera rompió
Con voz gangosa el silencio:
____
-«Usarcedes[15] sean servidos
De decirme a que vinieron,
Y despachen, que no estoy
Para tanto regodeo.»
Hugo Maza con el codo
Le dio a Belluga muy recio,
El cual se rascó la frente
Mirando turbado al suelo,
Y al fin de heroico valor
Haciendo acopio en su pecho,
Con voz mal segura dijo,
Dando tormento al sombrero:
«Belluga.-Vuesarced, señor, no extrañe
Mi turbación y silencio,
Porque es muy arduo el negocio
Que tratar con vos queremos,
Y aunque por dalle salida
Me estoy comiendo los dedos, -121-
El grandísimo bellaco
Se me atranca en el
Cuando esto oyó el escribano
Frunció un poco el entrecejo,
Creyendo que se trataba
De algún falso testamento.
V.—«Pues diga pronto, si quiere,
De su visita el misterio,
Y acabemos, que por Dios,
Estamos perdiendo el tiempo.»
Segunda vez con el codo
Dio Maza a su compañero,
Sintiólo Belluga, y dijo
Por fin con tono resuelto:
B.-Pues que ha de ser, el negocio
Diré al punto y sin rodeos,
Que está de más la vergüenza
Siendo los fines honestos.
Usarced tiene dos hijas
Que nos aman con estreno,
Por quien el ciego Cupido
Nos tiene en sus redes presos.
Amantes somos y amados;
Y esto, señor, es tan cierto
Como lo rezan en cartas
Promesas y juramentos.
Hidalgos somos y honrados;
Aunque traten de esconderlo
Desdenes de la fortuna
Y desengaños del tiempo.
Si con estas condiciones,
Somos aptos para yernos,
Echadnos la bendición,
A la parroquia y laus Deo.>> -122-
Esto al escriba le dijo
Belluga de un solo aliento,
Sin hacer punto y coma,
Como lección de chicuelo.
___
Al oír tal desatino
Montó en cólera Verdejo,
Levantóse del sillón
Y respondió muy soberbio:
V. -«¿Parécele a vuesarced,
Señor hidalgo, que tengo
Para escuchar desatinos
De sobra paciencia y tiempo?
Mis hijas no han de casarse
Mientras viva Blas Verdejo,
Y el que piense lo contrario
Se engaña de medio a medio.
Mi respuesta han escuchado,
Con que así váyanse luego
A remendarse las bragas,
Que a voces lo están pidiendo.»
Cuando esto oyó Juan Belluga,
Levantóse de su asiento
Y replicó muy airado
Mostrándole el puño al viejo:
B.- Qué es remendarse las bragas
Dos hidalgos de abolengo!
Mereciérais, viejo loco,
Ser quemado por blasfemo.
El hidalgo que es honrado,
No ha de consentir remiendos,
Y esta es verdad tan sabida
Que hasta la reza el proverbio.
Y mirad que no es de sabios -123-
El estar menos atentos
A los adornos del alma
Que a los perfiles del cuerpo,
Y que esas dos desdichadas
Por quien vivimos muriendo,
De vuestros ciegos rigores
Han de sentir los efectos.
- ¡Me agrada! Maza en voz baja
Le dijo a su compañero,
Y dando un golpe en la mesa
Replicó irritado el viejo:
V.- ¡Que se han de morir mis hijas
Si no las caso con ellos!
No hay duda sino que el hambre
Les tiene perdido el seso.
B.- Mirad que os quedáis sin hijas,
Que nos aman con extremo.
V.- ¡No aman tal, que es patarata[17]!
B.- ¡Si aman tal, que pruebas tengo!
V.-¿Qué son pruebas?
B.-Cartapacios.
V.-¿Qué contienen?
B.-Juramentos.
V.- ¡Son patrañas!
B.-Son verdades.
V.-Eso pronto lo veremos.»
Y a la puerta del estudio
Se acercó irritado el viejo
Gritando: ¡Gertrudis! ¡Juana!
Con voz ronca y torvo ceño. -124-
ROMANCE III.
ELLAS
Inquietas y alborotadas
Y escuchando la contienda
Las hijas del escribano
Se hallaban junto a la puerta.
Al asomarse a llamarlas
Topó el vejete con ellas,
Asiólas del brazo, y torvo
Les dijo de esta manera:
¿Escuchonas hay en casa?
¡Pues juro a las mocosuelas
Que a ser cierto lo que oyeron,
Pagarán con las setenas[18]!
Y así diciendo, a tirones
En el estudio las entra,
Y al verlas Maza y Belluga
Se animan, callan y esperan.
___
No son las rosas de Mayo
Cuando el alba llora perlas
Como Gertrudis hermosas
Ni como Juana hechiceras.
Quince floridos Abriles
Pasaron solo por bellas,
Dejando todas sus galas
Para adornar su belleza.
Soles son sus negros ojos
Que asombran pestañas luengas,
Granate sus rojos labios
Donde amor su miel encierra.-125
Su hermoso, naciente seno
Formaron las gracias bellas
De blanca nieve apretada
Que guarda dulces promesas.
La garganta es leche y rosas
Y la cintura semeja
Tallo de flor delicada
Que mecen auras ligeras.
___
Sepultóse el escribano
En su sillón de vaqueta[19],
Muy prolongado el hocico,
Muy enarcadas las cejas.
Y a un lado y otro, de pie
Se quedaron las doncellas
Confusas y medrosicas
Y aguardando la tormenta.
Habló al fin el escribano,
Y con faz torva y severa
Mirando a Juana y Gertrudis
Así a decirles comienza:
- Respondan a mis preguntas
Sin mentir las rapazuelas,
O vive Dios que ahora mismo
Les he de cortar la lengua:
¿Conocen a esos dos hombres?
—«Si, padre, » responden ellas
Mirando al suelo turbadas:
Y el viejo con faz colérica:
-¿Y es cierto lo que ellos dicen
De unas cartas sin vergüenza
En que ellas a hacer se atreven
Juramentos y promesas? -126
-«Si, padre,» —¿Cómo si padre?
« ¡Luego el pecado confiesan!»
Y ellas al ver que Belluga
Con los ojos las alienta:
«Si, padre, » sin vacilar
Responden con voz resuelta.
¡Me agrada!» exclamó Hugo Maza
Dándose un golpe en la pierna,
Con las alas del chapeo
Que tiene en la mano diestra.
—«¡Pues no me agrada! furioso
Gritó el vejete; y en prueba
De que no he de consentir
Que escriban, hablen ni vean
A dos hidalgos sin bragas
Dos mocosas sin vergüenza,
Desde ahora mismo encerradas
Van a quedar, de manera
Que hasta olvidar su locura
La luz del día no vean.
Y vuesarcedes, hidalgos,
Tomen al punto la puerta
Y acabemos, voló a tal,
Que me falta la paciencia.»
___
Las niñas que tal oyeron,
Con voces muy lastimeras,
Ante el viejo arrodilladas,
Del fallo tremendo apelan.
Maza y Belluga irritados,
Votan, gritan y patean;
Y al escribano amenazan
Con palabras descompuestas,
Pero éste, asiendo del brazo -127-
A las llorosas doncellas
Por sacarlas del estudio,
Se ataruga [20]y forcejea:
En su auxilio el tagarote
Corre al punto; se apodera
De una de ellas, y a tirones
Entre los dos se las llevan.
Salieron Maza y Belluga
En pos de sus ninfas presas,
Mezclando, con fieros gritos,
Maldiciones y ternezas.
Pero el viejo inexorable
A un cuarto oscuro las lleva,
Almacén de cachivaches,
Donde el sol nunca penetra.
Las mete en el a empellones;
La puerta con furia cierra,
Y dando vuelta a la llave
La guarda en su faltriquera.
Y a empujones y a patadas
Con los dos galanes cierra,
Y a la escalera los saca
Cerrando al punto la puerta.
ROMANCE IV.
LA BRUJA
Echando votos y ternos
Por dar rienda a su coraje,
De casa del escribano
Salieron los dos galanes,
Y parándose furiosos
En la mitad de la calle
Con voces muy descompuestas -128-
Dieron rienda a su coraje,
Entre votos y reniegos
Y furiosos ademanes
Dirigen a los balcones
Denuestos que lleva el aire,
Y a puñados furibundos
Se arrancan los aladares[21],
Hincándose en la cabeza
Las diez uñas formidables.
Mas viendo que nada logran
Las bravatas del coraje
Y que son en daño propio
De su furia los arranques,
Se calmaron poco a poco,
Compusieron los semblantes,
Y es fama que entre los dos
Mediaron razones tales:
__
Maza.-¿Quid faciendum, Juan, amigo?
Belluga.- No hay más remedio que ahorcarse.
M.-¡Pues cómo! ¿y tu plan de rapto?
B.-Fue cosa de sueño y aire.
M.- ¿Luego a burlar no te atreves
Al cervero[22] inexorable?
B.-No estando encerradas ellas
Seria la empresa fácil;
Pero así ¿quién nos ayuda?
¿Quién secunda nuestros planes?
M.-¡Ah, vejete del infierno!
¿Quién te manda a ti esconder
En tinieblas impalpables
El brillante resplandor
De dos astros celestiales? -129-
B.-El alma diera al demonio
Con tal de poder vengarme
Robando a las dos rapazas
En las barbas de su padre.
M.-¡Me agrada! también la mía
Diera yo a cien satanases
Por una sola ventana
Que a su prisión me llevase.
___
No bien aquestas palabras
Pronuncian los dos galanes
Cuando súbito una voz
Chillona, aguda, vibrante,
Como el siniestro sonido
Que allá en la sombría cárcel
Produce del potro fiero
La garrucha [25]formidable;
—«No hay cosa más fácil, » dijo,
Y el rostro los dos galanes
Volviendo sobresaltados,
Vieron con pasmo acercarse
Apoyado en un bastón
Y con pasos desiguales,
De una vieja inmunda y fea
El espectro repugnante.
Esqueleto que aun respira,
Galvanizado cadáver
Que cubre arrugado y seco
Pergamino en vez de carne,
Con dos heridas por ojos,
Que parece manan sangre,
Y que fijan con los cuencos
La mirada formidable: -130-
Boca hundida y asquerosa,
De la cual eran guardianes
Nariz y barbilla agudos,
Que el paso quieren cerrarle;
Con dos manos descarnadas
Tendidas hacia delante,
Una trabada el bastón
Y la otra palpando el aire,
Parece la horrible vieja
De alguna bruja espantable
Misteriosa aparición
O bien la terrible imagen,
Que engendra la calentura
De un cerebro delirante,
Allá en el medroso imperio
De las sombras impalpables.
__
La vieja con tardo paso
Se acercó a los estudiantes,
Y con voz acre y chillona,
Que endulzar procura en balde,
—¿Qué os pasa, hijitos? les dijo:
¿Por ventura ese petate[26]
De escribano os ha negado
Sus pimpollitos[27]? ¡bergante!
Pues sepa el viejo hediondo
Que no hallará dos galanes
Tan apuestos ni cumplidos
Si de encargo se los traen.
¡Anda, escribano ruin!
Que juro que no has de holgarte
De tu asquerosa avaricia.
¡Ay, ay, cupidillo infame! -131-
¡Qué mal tratas tus vasallos!
¡Qué mal premias los afanes
De tus fieles cuitadillos!
¿A que el rapaz inconstante
Os clavó todo su arpón?
No importa; no hay que apurarse:
Seguidme hijitos, seguidme:
Yo haré que remedio alcancen
Vuestras ansias. ¡Bellacuelos,
Buena fortunilla os cae!
¿Queréis sacar de la jaula
A las tórtolas amantes?
Pues seguidme; y esta noche,
Si os agrada... ¡Ah, viejo infame!
¡Ladronazo con licencia,
Buen chasco vas a llevarte! »
___
Dijo la vieja: y volviendo
La espalda a los dos galanes,
Calle arriba se encamina
Y el rostro vuelve a mirarles:
Y con maligna sonrisa
Y con gestos repugnantes
Los llama, y el tardo paso
Detiene porque le alcancen.
Y ellos mudos y obedientes,
Al impulso inexplicable
De un misterioso poder
Que rige sus voluntades;
Absortos y fascinados,
Vacilan un breve instante,
Y al cabo la planta mueven
Y en pos de la vieja parten,
Y en los torcidos y angostos
Callizos que al Temple salen
Se internan, y en las tinieblas -132-
Se pierden bruja y galanes.
ROMANCE V.
EL CONJURO.
En un sombrío aposento,
Que un negro candil alumbra,
Donde la luz y las sombras
El imperio se disputan,
Con los ojos muy abiertos
Y las piernas mal seguras,
De la horrible vieja en pos
Entraron Maza y Belluga.
Y al resplandor oscilante
De la llama que dibuja
Los objetos con vislumbres
Momentáneas y confusas,
La vista medrosa vuelve
En derredor, y se turban
Al ver el siniestro aspecto
De aquella mansión oscura.
___
Era un tabuco[28] menguado,
Cuyas paredes desnudas
Ostentan por donde quiera
Filtraciones de la lluvia.
Sin más muebles que una silla
Grosera, quebrada y sucia,
Y una mesilla de pino
Cuyas tablas se disyuntan.
Un tizón que entre ceniza,
Su lumbre a trozos oculta,
Con roja luz del hogar -133-
Quebranta la sombra oscura.
Sobre él, de unas grandes trébedes.
Los negros pies se dibujan,
Sosteniendo una caldera
De extraña y siniestra hechura.
Y al medroso resplandor
Con que en la densa penumbra
Contorna la roja lumbre
Los objetos que circundan
El hogar; sobre un vasal [29]
Se destacan y dibujan
Momias de galo asquerosas,
Ungüentos, sierpes, alcuzas,
Calaveras descarnadas,
Y vampiros que espeluzan,
Y esqueletos repugnantes
De lagartos y lechuzas.
___
La horrible estancia contemplan
Pasmados Maza y Belluga,
Y en la garganta el pavor
La débil voz les anuda.
La bruja en tanto al hogar
Se acerca, y a la confusa
Negra humareda que exhala
La caldera en la penumbra,
Las manos tiende, y extrañas,
Oscuras frases pronuncia
Con voz honda y cavernosa,
Que amedrenta al que la escucha.
Y a sus conjuros el humo,
Tomando cuerpo y figura
De un fantasma que horripila,
Muestra las formas confusas: -134-
Visión que lenta se eleva,
Se cierne un punto sañuda,
Y otra vez humo se torna
Y en las tinieblas se oculta.
___
En un rincón de la estancia,
Temblando Maza y Belluga,
La horrible visión contemplan
Y de pavor se espeluznan.
Y con las manos asidas,
Helada la sangre, y muda
La lengua, que el miedo embarga,
Vivas estatuas figuran.
La vieja en tanto se acerca
Con lento paso y ceñuda,
Fijando en ellos los ojos,
Con voz que el silencio turba
De aquel siniestro recinto
Y horrible en el aire zumba:
– «Jamás (les dice) su nombre
Se invoca en la noche oscura
Sin que él responda al que llama.
Id de su cárcel oscura
A sacar a vuestras damas
Antes que las sombras huyan.»
Y así diciendo, a la puerta
De la calle los empuja,
Y ellos, del pavor movidos,
El paso incierto apresuran,
Y así que el umbral traspasan
De la mansión de la bruja,
Ligeros, cual dos centellas,
Emprenden ambos la fuga. -135-
ROMANCE VI.
LA VENTANA
Bramaba con furia el viento
Y era en punto media noche,
Cuando al pie de una ventana
Que al ángulo mismo rompe
De un edificio sombrío,
Parados están dos hombres
Que con los brazos abiertos
Esperan mudos. E inmóviles,
Dos bultos que uno tras otro
El breve espacio recorren
De la ventana a la calle,
Deslizándose veloces.
___
Ruge el trueno en las alturas
Y entre densos nubarrones
Que el firmamento encapotan,
La luna su faz esconde.
Por los desiertos callizos
El viento con furia rompe,
Haciendo crujir las tablas
De ventanas y balcones;
Y relámpagos fugaces
Con roja luz de la noche
Rasgan las hondas tinieblas
Y miedo en el alma ponen.
Las hijas del escribano,
Que ellas son las que veloces
Por la soga se deslizan
En busca de aquellos hombres, --136-
Fueron a dar en los brazos
De sus medrosos raptores,
A quien su propia osadía
Pavor en el alma pone.
Y apenas la dulce carga
Sintieron de sus amores,
Los estudiantes movidos
Del miedo por los resortes,
La calle oscura y siniestra
A abandonar se disponen,
Y a un tiempo mismo apagadas
Se oyeron allí las voces
De las medrosas doncellas
Preguntar a sus raptores:
-«¿Quién ha abierto esa ventana! »
Y ellos—¡El diablo!—responden.
Y del pavor acosados
La planta mueven veloces,
Y dos agudos gemidos
El ronco viento llevóse.
Y diz que en aquel instante
Se escuchó un trueno disforme,
Y un diluvio descargaron
Los espesos nubarrones.
Y una horrible carcajada
En las tinieblas oyóse;
Y luego otra vez sumida
Quedó en silencio la noche. -137-
ROMANCE VII.
CONCLUSION.
Muchas fueron las pesquisas
Que practicó el escribano
Por saber el paradero
De los cuatro enamorados.
A toda España en su busca
Mandó cartas y emisarios
Y gastó toda su hacienda
En este afán el cuitado.
Pero es opinión del vulgo
(Y en ella fundo el relato)
Que emisarios y misivas
Corrieron el mundo en vano.
Fray Galcerán asegura
Que anduvo en todo esto el diablo,
Y que el sañudo arquitecto
No olvidó sus honorarios.
Tú, lector, como discreto
Falla a tu placer el caso;
Que yo, en tan arduo negocio,
Simple historiador me llamo.
FUENTE: García Cadena, Peregrín. Obras literarias selectas : leyendas, novelas, poesías Valencia : Teodoro Llorente y Cª, 1883 (Valencia : Domenech), pp. 110-137.
Edición: Pilar Vega Rodríguez
[1] Gomias: 2. f. Ser fantástico con que se asusta a los niños. (Diccionario de la lengua española, RAE)
[2] Baladro: 1. m. p. us. Grito, alarido o voz espantosa. (Diccionario de la lengua española, RAE)
[3] Fray Galcerán: fray Galceran de Thous maestre de Montesa. Un testimonio de la existencia de esa ventana se deduce de lo expuesto por Emilio Tamarit burlescamente en el Álbum de Señoritas ( ….no debemos extrañar que haya tantos diablos entre nosotros, que si bien no son mochuelos, ni hombres con rabo, porque han degenerado como nuestras costumbres; sin embargo , son diablos que han invadido las artes, las ciencias, en fin, la S0ciedad entera; sus obras nos son harto conocidas, y no sé si por su mucha habilidad, o porqué razón, ello es que se atribuyen al diablo cosas que sin duda no ha 10cado; por ejemplo, una locomotora que por primera vez recorre la vía férrea , cruzando pueblos a donde escasamente llegaban pollinos, arranca repetidas exclamaciones de los labriegos, que dicen:; eso es cosa del diablo! ¿Nosotros mismos al saber que un cable colocado en el fondo del mar transmite en pocos segundos un despacho de París a Londres, no decimos que es diabólica invención? al ver un hombre ingenioso, no exclamamos ¡es un diablo! Y vosotras, lectoras, al recibir un billete amoroso dentro de un ramito, de una yema, o de otro dulce, no habéis exclamado, i qué diablura! Además, tenemos como muestra de su ingenio el Puente del Diablo; la Ventana del Diablo, en la Casa Capitular de Valencia ; la Cueva del Diablo; la catedral de Colonia, que según antiquísima tradición, fue construida parte de ella por el diablo , y otros muchos recuerdos históricos, como las Memorias del Diablo; la Roca Diablera, en Valencia, especie de carro triunfal, que data del tiempo del rey D. Jaime, el Conquistador, sobre el que va el diablo ; luego no puede dudarse que en todas partes anda el diablo, y que como artista , mecánico, político, o literato, a cada, paso, se encuentra alguna cosa suya , o que queremos llamarla tal. “Escenas de otro mundo”, Álbum de señoritas, 16 de mayo de 1853, núm.18, p. 3
[5] Infolio: libro de tamaño folio.
[6] Ladino: 1. adj. Astuto, sagaz, taimado. (Diccionario de la lengua española, RAE)
[7] Garfa: echar la garfa, 1. loc. verb. coloq. Procurar coger y agarrar algo con las uñas. (Diccionario de la lengua española, RAE)
[8] Moquete: 1. m. Puñada dada en el rostro, especialmente en las narices. (Diccionario de la lengua española, RAE)
[9] Roballa: afectamente antiguo, robarlas
[10] Chapeo: 1. m. p. us. sombrero (? prenda para cubrir la cabeza). (Diccionario de la lengua española, RAE)
[11] Tagarote: 4. m. Escribiente de notario o escribano. (Diccionario de la lengua española, RAE)
[12] Flujo: por las cataratas los ojos son acuosos
[13] Velarte: 1. m. Paño enfurtido y lustroso, de color negro, que servía para capas, sayos y otras prendas exteriores de abrigo. (Diccionario de la lengua española, RAE)
[14] Minuta: 1. f. Extracto o borrador que se hace de un contrato u otra cosa, anotando las cláusulas o partes esenciales, para copiarlo después y extenderlo con todas las formalidades necesarias para su perfección. (Diccionario de la lengua española, RAE)
[15] Vuestras mercedes, ustedes
[16] Garguero: 1. m. Parte superior de la tráquea. (Diccionario de la lengua española, RAE)
[17] Patarata: 1. f. Cosa ridícula y despreciable. (Diccionario de la lengua española, RAE)
[18] Setenas: siete veces
[19] Vaqueta: 1. f. Cuero de ternera, curtido y adobado. (Diccionario de la lengua española, RAE)
[20] Atarugar: 7. prnl. Atontarse, aturdirse. (Diccionario de la lengua española, RAE)
[21] Aladares: 1. m. Mechón de pelo que cae sobre cada una de las sienes. (Diccionario de la lengua española, RAE)
[22] Cervero: cerbero. 2. m. coloq. cancerbero (portero de bruscos modales). (Diccionario de la lengua española, RAE)
[23] Modrego: 1. m. coloq. p. us. Sujeto desmañado y sin habilidad ni gracia para nada. (Diccionario de la lengua española, RAE)
[24] Bergante: 1. m. y f. Persona pícara o sinvergüenza. (Diccionario de la lengua española, RAE)
[26] Petate: 4. m. coloq. Hombre embustero y estafador, despreciable. (Diccionario de la lengua española, RAE)
[27] Pimpollo: 4. m. coloq. Niño o joven especialmente guapo, agraciado o bien vestido. (Diccionario de la lengua española, RAE)
[28] Tabuco: habitación muy pequeña.
[29] Vasal: basal. 1. adj. Situado en la base de una formación orgánica o de una construcción. (Diccionario de la lengua española, RAE)