Foto. Rafa Esteve –
[El cordón de San Francisco]
La fundación del alcázar se debe a don Alonso Vl por los años 1075 y en el de 1764 se destinó para colegio de artillería, cuyo uso tiene actualmente.
Nos había acompañado en la visita el sub-director, quien con la más cumplida finura nos fue explicando uno por uno todos los objetos que llamaban nuestra atención, y en verdad que pocos establecimientos de su clase habrá con más aseo ni mejor dispuestos para el servicio de la enseñanza de esta arma, así teórica como práctica.
Estábamos descansando un momento en la sala que llaman del Pabellón, cuando nuestro buen amigo Ferrer, que contra su costumbre había guardado silencio largo rato, lo rompió al fin para hacernos reparar en un cordón de San Francisco de piedra que guarnece dicha sala.
—Vaya que no saben vds., dijo, el origen de ese cordón.
Los tres contestamos unánimemente que lo ignorábamos.
—Pues yo se lo voy a referir. El año de 1264, cuando el rey don Alonso el Sabio vino de Andalucía a Toledo y luego a Segovia, le aconteció en esta misma sala un terrible accidente. Asegurábase entonces con visos de certeza que el buen monarca se había dejado decir en público y en secreto que si él asistiera a la creación del mundo algunas cosas se habrían hecho diferentes de como están. Esto ya conocen vds. que es una verdadera blasfemia, porque significa tanto como, decir que el Supremo Creador no supo lo que se hizo. Cuentan que en Burgos, Pedro Martínez de Pampliega, ayo del infante don Manuel, hermano del rey, había rogado a éste que aplacase la ira de Dios con algunas penitencias, y que don Alonso no quiso hacerle caso. En esta ciudad se le presentó instándole a lo mismo un fraile franciscano, que creo fue Fr. Antonio de Segovia, y el rey no solo despreció el consejo, sino que incomodado con la insistencia del religioso lo maltrató de palabra y lo mandó retirar de su presencia. Obedeció el fraile resignado; pero aquella misma noche vino sobre el alcázar una tempestad horrible, y una centella penetró en el aposento en que se hallaba el soberano. que era, como ya dije, el mismo en que nos hallamos nosotros, y lo recorrió alrededor, formando el cordón de San Francisco que vds. están viendo. Entonces el rey salió despavorido y mandó buscar al religioso, con quien al punto se confesó, cesando la tempestad en el acto milagrosamente.
—La única duda que me ocurre, en cuanto a la verdad del hecho, dijo el militar, es que en tiempo de don Alonso el Sabio no se había construido aún la sala en que estamos.
—No haga vd. caso de fechas cuando se trata de tradiciones, replicó Mauricio. Si hubiera vd. oído un cuento que me contó ayer mi amigo a propósito del acueducto...
—Lo que he referido no es una tradición, interrumpió Ferrer con grave-189- dad; es un hecho histórico que afirman escritores muy recomendables; al menos en el fondo yo lo tengo por verdadero, si bien en los detalles podrá haber exageración.
—Suprimida la tempestad, el cordón de San Francisco y el lugar de la escena, dijo el sub-director, lo demás yo lo acepto como bueno y ya que de hechos históricos se trata (…)
FUENTE
Mellado, Francisco de Paula. Recuerdos de un viaje por España, Castilla, León, Oviedo, Provincias Vascongadas, Asturias, Galicia, Navarra, Madrid, Tipografía de Mellado, 1862, pp. 188-189.