[Capillas del convento de San Francisco].
El cuerpo de la iglesia se compone de muchas capillas, algunas de mucha ostentación: al lado del Evangelio está una de la advocación de Nuestra Señora de la Concepción, y la fundó Luis de Morales, tesorero del rey Don Juan et 2. °; síguese otra de San Antonio, que fundó Luis Pérez Agraz, ballestero mayor del rey Don Alonso el XI, y ha sucedido en ella la cofradía del Hospital de Esgueva, donde se celebran algunas memorias. La que se sigue es de los Veneros, la cual fue primero de los Hermosillas: su fundador fue contador del rey Don Enrique el 4.o, y su advocación es de Santa Catalina. La que se sigue tuvo advocación de la Santísima Trinidad, y hoy la tiene de San Antonio de Padua: fue su fundador Francisco de Cueto, y diósela el convento porque labró toda la nave de Santa Juana. En mi tiempo he visto tres dueños. A este sucedió Don Mario Vaquerin, y cuando se renovaba, sacaron de un nicho embebido en la pared un cuerpo como un esqueleto que tenía las insignias de caballero de la Banda, que eran banda y espada y espuelas doradas. Hizo admiracion que le durase entera grande barba y cabello igual, y consistente armadura. Vióse una tarde arrimado a la pared sin que se desarmase y destrabase la corporal compostura, y al moverle se desvaneció toda aquella fábrica. Fue en Valladolid el apellido de los Cuetos linaje de conocida nobleza. Hoy es dueño de esta capilla Juan de Canedo, por compra que hizo de ella al convento este año de 1623; la renovó y es una de las mejores de este convento.
Tiene al lado de la Epístola 6 capillas de diferentes dueños; en la nave que fabricó Francisco de Cueto hay 4 capillas con sus rejas.
En el circuito o circunferencia del claustro hay 7 capillas, que, por ser insignemente labradas, haré memoria particular de ellas.
La primera está a la entrada de la sacristía y es como un pórtico, es de mucha altura, y aunque cuadrada, es estrecha: fundóla Doña Leonor de los Leones, hija del Rey Don Enrique el II, que llamaron el Bastardo; en ella están enterradas hija y madre. Tomaron el renombre de los Leones (así lo refiere el libro Becerro que guarda este convento) porque el rey Don Enrique II, habiendo sido galán de Doña Leonor, tuvo en ella una hija; de algunos medios falsos inducidos, dudaba que fuese suya, y quiso purgar esta mala sospecha aprovechándose de una bárbara ceremonia, muy usada en la antigüedad y licenciosa rudeza de aquel siglo; y fue, echar la inocente criatura a los leones, porque de escapar del peligro se desvanecía toda duda maquinada contra la verdad del caso. Fue pues echada y los leones la perdonaron. ¡Oh superstición loca de aquellos siglos de mil gentílicas observancias llenos! De aquí la vino el nombre. El Rey, habiendo conocido por el suceso la inocencia, a madre y a hija honró con grandes mercedes; entre las demás — 260 — fue una darles la villa de Dueñas, y ellas la dieron al convento, y tratando de venderla los religiosos, se compró ella: tiene de esto la villa escritura.
En medio de esta capilla se ven dos losas de pizarra negra que encierran los cuerpos
de madre e hija. El epitafio dice así: «Aquí yacen enterradas Doña Leonor de los Leones y su hija Doña Leonor, hija del Rey Don Enrique el Viejo, que Dios dé santo paraíso. Finó la madre aquí en Valladolid, en la era de 1409 (año de 1371) y la hija finó en la villa de Guadalajara, en la era de 1413 (año de 1375); y la dicha Doña Leonor hizo hacer esta capilla y estas sepulturas para que la enterrasen a ella y a su madre, a las cuales Dios por su santísima misericordia quiera perdonar sus almas. Amen».
Antolínez de Burgos, Juan. Historia de Valladolid, Hijos de Rodríguez, 1887, pp.259-260.