DESCUBRE LEYENDAS

Legendario Literario Hispánico del siglo XIX

Proyecto I+D Ministerio de Economía y Competitividad FFI 2013-43241R

Publicación

El Astrólogo nuevo: calendario del obispado de Málaga, para el año bisiesto de 1864; contiene todo el Santoral completo de este obispado y el de otros ... Taboadela, 1864.

Acontecimientos
Justicia del rey
Personajes
Felipe IV
Enlaces
La casa de las siete cabezas

LOCALIZACIÓN

PLAZA DE LA CONSTITUCIÓN

Valoración Media: / 5

Maksym Abramov

Tradición de la casa de las siete cabezas

Una tradición trágica va unida a este edificio, generalmente conocido con la denominación de la casa de las Siete Cabezas.

Encontrábase ésta, situada en la placeta del Obispo, dando frente a la fachada de la Santa Iglesia Catedral. Hoy ha desaparecido por completo con el nuevo edificio levantado de planta en el mismo lugar. En su portada sobre mármol negro se veían esculpidas seis cabezas, tres a cada lado y en el centro el escudo de armas del antiguo dueño de la casa. La tradición que el vulgo sobre ella refiere es la siguiente:

 En tiempo de Felipe IV tenía su morada en esta casa una señora noble, tan esclarecida por el brillo de su cuna, como por las altas prendas que la adornaban. Era viuda y quedóle de su matrimonio un hijo, mancebo de gallarda presencia a quien cariñosa madre idolatraba.

El mancebo era joven de fogosas pasiones y prendóse perdidamente de la primera comedianta del teatro. Ella, ya por la gentileza del galán, ya su práctica en los amoríos que todos los días representaba, parece no fue muy esquiva y correspondió a las ternezas del mancebo, que su corazón era también sensible, y convirtió en verdad la farsa que por oficio le estaba encomendada.

Todo iba bien para los dos amantes, menos para la buena madre, que deploraba en silencio los extravíos de su hijo, y para el alcalde mayor de Málaga quien no menos enamorado de la hermosura de la dama devoraba en secreto un tanto más grande cuanto que era mal correspondido; que ella, aunque no a propósito para representar el papel de Lucrecia, es fama no se prestaba fácilmente a hacer el de Cleopatra.

El teatro o antiguo corral que había, entonces en la ciudad de Málaga, estaba situado en el patio de la casa del Hospital Real de Santa Catalina, hoy de San Juan de Dios, y tenía su entrada por la callejuela llamada antiguamente del Mingote bien cerca de la casa de las Siete Cabezas.

El desairado alcalde, mohíno de verse postergado, ya que no pudiese evitar siempre las entrevistas de los dos amantes, quiso por lo menos poner treguas, prohibiendo la entrada en el escenario.

Esta medida, aunque dictada para todos, desde luego llevaba por objeto impedir las visitas del enamorado doncel; pero como un obstáculo más es un incentivo mayor que aviva las pasiones, el mal aconsejado joven no teniendo en cuenta las iras del furibundo alcalde, quebrantó la orden y el amor aunque no supo burlar los ojos del celoso rival, y darle paso sigilosamente por el corredor de los aposentos bajos.

Hízose público el suceso. La cólera mal reprimida del nuevo Alcalde Ronquillo[1] ya no encontró diques y mandó en el acto prender el incauto mancebo. Avisado este oportunamente por su dama, o por las segundas[2] de aquel teatro -que deberían ser entre bastidores tan linces como en la escena para traer y llevar avisos de sus principales  profiriendo alguna palabra mal sonante contra la autoridad, saltó el joven con presteza al patio mientras los corchetes lo buscaban en el escenario; pero el Alcalde desde aquel momento fue inexorable, prendióle en seguida, formóle proceso, y tales mañas se dió, de tal manera lo acosaba su pasión, que ser preso, procesado, sentenciado muerte y ajusticiado a garrote vil[3] su favorecido rival, fue obra de poco tiempo; es decir, de ocho horas escasas.

 Figúrese el lector cual sería la honda y amarga pena que se apoderaría del corazón de la madre. Justicia no podía hacérsele en Málaga, que la misma justicia había cometido la mayor injusticia con su desgraciado hijo. Voló entonces desolada a la Corte para demandarla, presentóse al monarca, llevando en sus vestiduras el antiguo luto de su esposo, y en el corazón el reciente de su querido hijo, postróse a las reales plantas, lloró y suplicó.

El caso era grave, y Felipe IV, prometió hacerla cumplida justicia. Encomendó ésta a una audiencia especial, vinieron entonces a Málaga celosos magistrados, que cerciorados de la verdad del hecho, mandaron prender y procesar al Alcalde y a cuantos tomaron parte en la causa, comprendiendo en ella hasta al pregonero y verdugo; todos fueron juzgados y sentenciados a la pena de horca.

Ésta hubo de llevarse a efecto en distintos lugares de la población; tan terrible castigo fue dictado sin duda por la más estricta imparcialidad; pero tal vez sufrieron inocentes la misma pena algunos de los sentenciados.

El escribano, antes de morir, otorgó su testamento, protestando de su inocencia.

El fatal banquillo que sirvió en el patíbulo al noble joven víctima de las iras del Alcalde se conservaba empotrado en la pared de la antigua cárcel, que estaba en la Plaza Real, hoy de la Constitución, donde en la actualidad se encuentra el Pasaje de D. M. A. Heredia. La hoja donde estaba escrita la partida de defunción de las personas ahorcadas, existía en el libro correspondiente de la Parroquia del Sagrario, de donde subrepticiamente[4] la han arrancado porque constando la muerte ignominiosa que habían sufrido, alguna persona interesada en el buen nombre de la familia la habrá hecho desaparecer.

B.V.

 

FUENTE

B.V. “Tradición de la Casa de las siete cabezas”,  El Astrólogo nuevo: calendario del obispado de Málaga, para el año, para el año bisiesto de 1864; contiene todo el Santoral completo de este obispado y el de otros ...Taboadela, 1864 –pp.50-51.

Edición: Pilar Vega Rodríguez

 

NOTAS

 

[1] Alcalde Ronquillo:  Rodrigo Ronquillo y Briceño, (Aldeaseca, 1471 – Madrid, 10/12/1522) militar y Alcalde de Casa y Corte,  encargado de la ejecución de los líderes de la revolución de las Comunidades , por lo que adquirió fama de cruel y sanguinario.

[2] Segundas: actrices secundarias.

[3] Garrote vil:  antiguo modo de ejecución de la pena capital consistente en comprimirle la garganta con una soga retorcida con un palo, con un aro metálico u oprimiéndole la nuca con un tornillo. (Diccionario dela lengua española, RAE)

[4] Subrepticiamente:  sin ser advertido, con disimulo.