[Las cinco doncellas de los Miranda]
El pequeño pueblo de Belmonte encabeza un concejo llamado Miranda, nombre tomado de un antiguo castillo, donado en 992 por Bermudo II a San Salvador de Oviedo, y que en 1332 era del monasterio de Lapedo, que lo dio en encomienda a Menén Analso. También sirve de apellido a una poderosa familia que reconoce por progenitor a un Alvar Fernández de Miranda, del que se conserva este romancesco [1] recuerdo. Volvía en hábito de peregrino de una romería a Santiago, cuando en las orillas del Sil, los lamentos de cinco doncellas que unos moros llevaban robadas para el harem del califa, detuvieron sus pasos. Combatió, pues, con aquellos moros, y dándoles muerte libertó las cautivas[2]. Este suceso fue recordado en cierto cartel de desafío, que en tiempo de Alfonso IX dirigió Gómez Pérez de Valdés, señor de la torre de Sancucado[3], a Gutierre Fernández de Miranda, en que se leen estas palabras:
“Ca obrastes en todo al vueso sabor como refet é mezclador, non tullendo la bondad del vueso gentío, veniente del bon Alvar Fernandi, que acorrió a las cinco doncellas.”
Edición: Rosario Álvarez Rubio
[1] Romancesco: novelesco.
[2] Los que creen en el feudo de las cien doncellas dicen que las libertadas por Alvar Fernández eran las cinco que correspondían a Cangas de Tineo.
[3] Diego Méndez de Valdés «Señor de las Torres de Sancucado», quien fue perseguido por Don Enrique II de Castilla por ser partidario de su hermano Don Pedro