Leyenda del conde Muñazán
Cierto día corría un joven infanzón[1] de alta alcurnia tras un fiero jabalí. De repente la fiera desapareció en una reducida cueva, donde el mancebo [2] vio en lugar de ella con asombro cierta luz misteriosa que alumbraba una pequeña imagen de San Antolín. Creyendo era un aviso del Cielo, hizo allí construir un monasterio con la advocación de aquel santo.
El piadoso cazador se llamaba el conde Muñazán, hijo del conde don Rodrigo Álvarez de Asturias y hermano de la madre del Cid.
Edición: Rosario Álvarez Rubio
NOTAS
[1] infanzón: hidalgo con poder limitado sobre sus dominios
[2] mancebo: adolescente apenas salido de la infancia