LA TROMPA DE ALQUERÍAS.
Mi querido amigo: No quiero dejar de contestar a su apreciable carta de ayer, dándole todos los datos y noticias que sé, recogidos en los archivos de Alquerías, acerca del terrible instrumento que tan preocupado trae, con razón, a algunos distinguidos amigos de esta capital. La verdad es, y puede V. asegurarlo sin miedo a que le desmientan, que nadie, que yo sepa, ha visto esa trompa, o trompeta, que pone espanto en mucha gente, pero no es menos cierto, que su eco terrible se hace oír en el silencio de la noche, siempre que se aproxima alguna catástrofe.
¿Dónde está? ¿Cómo suena? Repito que nadie lo sabe. Algo y aun algos habla de ella, la historia del pueblo; y en unos papeles viejos encontrados en cierta parte se asegura, que el general Hugo, al pasar por aquí para Valencia en 1808, oyó la pasmosa amenaza de la trompeta, que produjo pocos días después la derrota terrible del ejército imperial. Suponen algunos escritores que este suceso, que tanto contrarió al célebre general de Napoleón, y que recordó muchas veces con espanto en el curso de su vida, inspiró a su hijo el gran poeta su hermoso drama «Hernani»[1], cuyo principal personaje llamado Silva, además de ser un carácter inflexible, es la más gráfica expresión de lo que la trompa de Alquerías simboliza.
Este hecho perfectamente comprobado, y no es el único que confirma los terrores tradicionales del vulgo; lo he citado desde luego, porque va enlazado a la historia de un personaje y que es considerado con razón como uno de los primeros escritores del mundo, y cuyos hermosos dramas han despertado entre los españoles el más vivo interés y el más grande entusiasmo. La tradición afirma hechos más significativos que este, aun siendo este muy calificado; pero en la imposibilidad de citarlos todos, porque entonces haría interminable mi carta, indicaré aquellos que están comprobados y que no ofrecen la menor duda.
El presbítero Cabezudo[2] en una crónica de la edad media afirma que la muerte de Fernando IV, no tuvo su origen como supone la leyenda en el emplazamiento de los Carvajales, y que a no haber sido por la trompeta de Alquerías el joven rey de Castilla hubiera vivido más que el Reyquerabió, que no se sabe haya muerto todavía, a pesar de la peña de Martos[3] y de todas las peñas[4] más o menos democráticas.
Habíanle hablado a este monarca de una mora pudorosa, habitante en el pueblo antes citado, y queriendo convencerse por sus propios ojos de la verdad de aquella belleza, hizo la calaverada, propia de muchachos, de disfrazarse, y venir por el río en un esquife[5] de lo más oriental que puede imaginarse; añaden que en el momento de saltar a tierra, y cuando templaba la dulce bandolina[6] que había de enviar a la mora la expresión de su tiernísima pasión, sonó la fatal trompeta entre las ondas del frío y el espeso ramaje de la ribera como evocada por el ángel de la muerte. Pocos días después el rey se recogía en su lecho para no levantarse jamás.
Dicen que su muerte fue precedida de un sueño terrorífico que hizo creer a las gentes que era el remordimiento de haber hecho despeñar a dos caballeros inocentes; pero el indicado Cabezudo sostiene que no hubo tales carneros, o lo que es lo mismo, que el Rey murió de un trompetazo más o menos justificado. Todas las desventuras del buen Rey D. Alfonso X; todas las ingratitudes y malos tratos que sufrió pacientemente de su familia, que era, como sabe todo el mundo, su mayor enemigo; la insubordinación de sus hijos; el destronamiento de los Infantes de la Cerda; la separación de su propia esposa, todo en fin, verdaderamente triste, lo atribuye Cabezudo, no sin razón, a haber pernoctado en Alquerías, yendo camino de Lorca, cuando todavía no había llegado a pisar las gradas del trono. Sería interminable la lista de hechos pavorosos que tiene apuntados para explicar la maléfica influencia de ese músico instrumento; ni tiempo ni espacio tengo para seguirlos narrando, pero no quiero cerrar estas líneas sin exponer algunos recientes, que explican y justifican el terror que a mis buenos amigos inspira.
El año 56 se presentó en el pueblo un recaudador de contribuciones que llevaba el encargo especial de dejar sin una peseta a sus habitantes; el empleado llegó sobre las seis de la tarde; a las doce de la noche despertóle el sonido estridente de la trompa; a la mañana siguiente al poner el pie en la calle fue recibido con una salva de garrotazos que le pusieron el cuerpo morado hasta las uñas; pero no es esto lo más grave, con serlo mucho; lo verdaderamente extraño es que aquel ministro de Hacienda, bajo cuya autoridad había ido el modesto recaudador, se murió al poco tiempo como cualquier humilde ciudadano.
Cuando el cólera se aproxima, desbórdase el río hasta inundar la huerta, o están cerca las elecciones, la trompa suena sin cesar, y ya se sabe, al que entra en el pueblo sin pedir permiso, o le da el cólera o muere ahogado o no saca un voto de la urna, aunque sea el mismísimo caballero de la tabla redonda[7]. En vano hemos procurado buscar la causa de este raro fenómeno que tan espantoso aparece; nada hemos conseguido averiguar que nos ponga en camino de explicarle. Basta decir, que es tal el temor que ha inspirado a nuestros alcaldes y ediles, que hace más de cien años que abrigan el propósito, que se trasmite por herencia, de dejar a Alquerías aislada del resto de la tierra sin componer ni conservar los caminos que conducen al pueblo, creyendo que de este modo no podrá ir nadie allí y que por lo tanto si la trompa suena será en vano. Pero se equivocan; sin caminos y sin ir allí, la trompa puede hacerse oír perfectamente en Murcia y en Madrid, que no en vano es sobrenatural su influjo, y es más poderoso que todos los temores municipales, el ser misterioso que recoge el aire en aquel tubo para lanzarlo como aviso de perdición y de muerte.
Edición: Pilar Vega Rodríguez
FUENTE
José Gómez Diez. (Del «Palenque»). El Diario de Murcia : Periódico para todos: Año XIII Número 4276 – 1891 marzo 11
NOTAS
[1] El general francés Joseph Léopold Sigisbert Hugo (1773-1828) padre del poeta Víctor Hugo. Hernani (1830) es un drama romántico singularmente famoso por la contienda a que dio lugar entre los partidarios y los enemigos de la estética romántica.
[2] Licenciado Antonio de Cabezudo, cura de la villa de Simancas, autor de Antigüedades de la villa de Simancas, 1580.
[4] Peñas: utilizado el término aquí en sentido figurado, reunión de amigos o personas que comparten un mismo objetivo, por lo general lúdico.
[5] Esquife: barco pequeño que se lleva en el navío para saltar a tierra y para otros usos. (DRAE)
[6] Bandolina: mandolina, instrumento musical de cuerda parecido a la bandurria, pero de menor tamaño y con cuatro cuerdas dobles (DRAE).