El alcalde de Antequera.
Romance histórico.
Sale entre rojos matices
dando alegría a los campos,
el alba vertiendo perlas
por los valles y collados.
Gozosas trinan las aves
su venida celebrando,
y las leves alas baten
irguiendo el cuello pintado.
Las flores abren el cáliz
suavemente perfumado
el ambiente que acaricia
sus humedecidos tallos.
Mientras de la luna el disco
a lo lejos ocultando
base de la oscura noche
entre los pliegues del manto.
Al tiempo en que de Antequera
sale el alcaide esforzado,
por el bridón [1]y la lanza
mullido lecho dejando.
Y por la espada y rodela[2]
de la casta esposa al lado;
que más pueden con el noble
que los gustos, los cuidados.
Solícito la frontera,
recorre puesta a su cargo
temiendo alguna algarada[3]
de los moros comarcanos[4].
Por entre el ramaje espeso
de un olivar dilatado,
cuyo fruto verdeante
el sol dora con sus rayos,
Descubre de trecho en trecho
el galopar de un caballo
cuyo jinete va envuelto
en un rico albornoz blanco.
Requiere al punto la lanza,
hiere al bridón los costados,
y se abalanza en pos del,
deseoso de alcanzarlo.
El moro que siente a poco
vienen siguiendo sus pasos,
vuelve animoso las bridas
y corre a su encuentro ufano.
Con las viseras caladas
las lanzas en ristre ambos,
se embisten sin hablar nada
con furor reconcentrado.
Los hierros saltan al aire
hechos menudos pedazos
cual si dos ásperas rocas
con furia hubieran chocado.
Pero el corcel del alarbe[5]
o más débil, o cansado,
cedió al encuentro terrible
del corcel del castellano
Y vino al suelo trayendo
a su señor mal parado
sin que pudiera valerse
porque cayera debajo.
Gozoso vuelve a su casa
el alcaide denodado,
llevando consigo al moro
que cautivó guerreando.
Hondos suspiros del seno
aunque procura ocultarlos,
al infelice cautivo
se escapan de cuando en cuando.
Admírase de que llore
quien demostró peleado,
tanto esfuerzo y arrogancia,
tal destreza y valor tanto.
Y con corteses razones
procuraba consolarlo
a que agradecido el moro
le contesta cabizbajo.
“Eres, alcaide, valiente
tan discreto como bravo,
con tu esfuerzo y tus palabras
me has doble cautivado”
“Yo mi cuita te contara
si supiera que has amado
que no puede comprenderla
quien tenga el pecho de mármol”
“Habla, moro, y no te turbe
aquese recelo vano,
pues te juro por Dios vivo
que a mi castellana[6] amo”.
“Tanto como a amo a mi patria
y es mi pecho relicario
donde a su imagen que adoro
rendido culto consagro”-
“Has de saber es mi padre
de Ronda alcaide, y me llamo
Gazul Zegrí, de nobleza
conocida y rico estado”.
“Por mi mal, o por mi bien
una belleza idolatro,
cuyos padres pertenecen
al Abencerraje bando”.
“Hállase cual todos ellos
de Granada desterrados;
si con justicia no sé
que no quise averiguarlo”.
“Hame avisado Zelima,
que así se llama mi encanto
que su padre, con un deudo
el casarla ha concertado”.
“Y que mañana la pierda
si en el día no la saco
del castillo donde se halla,
y en secreto nos casamos”.
“Mira, si con justa causa
me quejo, noble cristiano,
pues hoy pierdo cuanto puede
en el mundo serme grato”.
Calló el moro, y de sus ojos
empieza a correr el llanto,
que en vano reprimir quiere
de verterlo avergonzado.
Enternecido el alcaide,
hace en el momento alto
queriendo cesen las penas
del leal enamorado
“Si tan bien como tú amas
te aman, o Zegrí gallardo,
dice, dichosa pareja,
harás con tu bien amado”.
“Desde aquí puedes volverte
que no es justos sea mi esclavo
quien de amor el hierro lleva
tan fuertemente grabado”.
“No quiero por tu rescate
ni presentes, ni regalos
de oro y telas exquisitas,
ni diamantes codiciados”.
“Solo pido que te acuerda
cuando Zelima en tus brazos
te estreche y tu frente selle
con amorosos labios
De Rodrigo de Narváez,
tu amigo, aunque tu contrario”.
Veloz descabalga el moro,
y por el suelo postrado,
“-—Noble capitán, le dice
Alá te guarde mil años,
para que extiendas tu fama
con hechos tan señalados”.
Y besándole los pies
aunque procura estorbarlo
cortésmente don Rodrigo
alegres se separaron.
FUENTE
C. R. de Arellano. “El Alcalde de Antequera. Romance histórico”, El Laberinto (Madrid). 15/12/1844, p.14.
Edición: Pilar Vega Rodríguez
[1] Bridón: caballo brioso y arrogante. (Diccionario de la lengua española, RAE).
[2] Rodela: Escudo pequeño y redondo. (Diccionario de la lengua española, RAE).
[3] Algarada: tumulto causado por algún tropel de gente. (Diccionario de la lengua española, RAE)
[4] Comarcanos: de la comarca, que viven en el lugar.
[5] Alarbe: 1. adj. p. us. árabe. U. t. c. s. (Diccionario de la lengua española, RAE)
[6] Castellana: señora del castillo.