LA ORDEN DE LA ENCINA
La primera Orden conocida en España, fue la de la Encina, instituida en Navarra, y cuyo origen fue debido a un suceso acogido favorablemente por el espíritu piadoso de aquella época.
D. García Jiménez, caballero de esclarecida estirpe y capitán de gran valía, después de haber permanecido retirado durante algún tiempo, volvió a emprender el rudo ejercicio de las armas, alentado por el deseo de libertar a su país del yugo de los infieles. Cuando animado por tan nobles intenciones preparaba sus huestes para caer de golpe sobre el enemigo, dirigió la vista al cielo como para implorar su auxilio, y vio en una encina, el símbolo de la señal de nuestra Redención, rodeado por un coro de ángeles, esplendentes de luz y de gloria, en actitud de adorarlo. El esforzado caballero creyó en su fervor que aquel nuevo y misterioso lábaro[1] era la señal cierta de la victoria, y poniéndose él mismo una cruz en el pecho, y haciendo que se la pusieran los demás capitanes y soldados —p.17— marcó resuelto contra el enemigo, obteniendo un señalado triunfo. Alcanzó después de tantos y tan distinguidos, que habiendo logrado expulsar a los moros de Navarra sus soldados agradecidos le levantaron sobre el pavés[2] y le proclamaron rey.
Empuñado apenas el centro de Navarra en 722 impetró y obtuvo del pontífice Rodrigo II permiso para fundar una Orden militar con el título de la Encina, cuyo emblema era una cruz roja puesta sobre una encina, pintadas ambas en una túnica que llegaba hasta las rodillas; pero la existencia de esta Orden fue de corta duración.
FUENTE
Hosta, José de, Crónica de la provincia de Ciudad Real, Madrid: Aquiles Ronchi, 1865: Imp. de La Iberia) capítulo X.
NOTAS
[1] Lábaro: Estandarte que usaban los romanos (DRAE)
[2] Pavés: Escudo oblongo que se utilizaba para cubrir casi todo el cuerpo del combatiente. (DRAE)