El baño del moro
Del baño del Rey Moro se conservan notables restos que muestran la magnificencia y buen gusto de los árabes en esta clase de establecimientos.
Dícese fundado por un tal Abrem Ezcandari a quien llaman infundadamente primer rey de Murcia en 731.
Hay parte de una especie de comedor que parece serviría de sala de descanso y otras estancias subterráneas que están como seis varas más bajas que el piso de la calle y a las que conduce una escalera muy angosta.
De la más espaciosa parte una galería que va descendiendo en rampa hasta que cierran el paso los escombros.
Allí está encantada y padeciendo horribles tormentos, que duraran tanto como el mundo, una hermosa cristiana, en castigo de haberse enamorado de un célebre guerrero moro llamado el Miramolin.
De estos amores nació un niño que aquella hizo bautizar secretamente.
El moro, que era un sabio nigromante, quiso hacer apostatar a la joven y aunque practicó muchísimos sortilegios y hechicerías para quitar la impresión que las aguas del bautismo causaran en su alma jamás pudo alcanzarlo.
Desesperado estrelló a su tierno hijo contra una piedra, y a ella la precipitó a una oscura y espantosa mazmorra donde el diablo la tiene aprisionada con gruesas cadenas.
Los tristes oyes y lamentos de la víctima se escuchan diariamente con no poco terror de los vecinos, y la piedra en que fue muerto el niño, conserva las manchas de sangre y destila continuamente el agua del bautismo.
La explicación de estos aparentes prodigios es bien sencilla, y es que el aire que se introduce trabajosamente por las hendiduras del antiguo subterráneo, produce un sonido extraño semejante a un gemido lastimero, y la piedra cubierta de humedad y de óxido de hierro, con el reflejo de los hachones aparece efectivamente de color sanguíneo.
FUENTE
Mellado, Francisco de Paula, Recuerdos de un viaje por España, (vol.1-2) 1849, pp.161-162