El castillo de Más que te pese
En la parte meridional del valle de Ambles, formado por las vertientes al Mediodía de la sierra de Ávila, conocida en el país con el nombre de Baldíos; las elevaciones de la Paramera por el este y el puerto de Villatoro por occidente, se levanta el vetusto torreón o castillo que nos ocupa.
Desde su almenada torre se domina perfectamente el espacioso valle, regado por multitud de riachuelos, que, a ser mejor utilizadas sus aguas, le harían más risueño, —24— más pintoresco y de más lozana vegetación; sembrado de aldeas que han adquirido justa celebridad por el clásico y airoso traje de ancho sombrero, ajustado corpiño, refajo de vuelta, que deja al descubierto la roja media y zapato de anchas hebillas, que con tanta gracia y donaire saben lucir sus hermosas hijas en las grandes solemnidades de la aldea y cuando concurren a la capital en los días de fiesta y de mercado.
Nada de particular nos presenta la fábrica del castillo: es un centinela avanzado cuya estructura en nada se separa del sistema de fortificación empleado en los castillos y torreones, que con frecuencia encontramos en las comarcas de Castilla, y singularmente en los pueblos de la provincia de Ávila que han tenido alguna importancia histórica, ya como puntos estratégicos, ya como morada de familias de elevada alcurnia, a quienes las vicisitudes de la política y de la vida cortesana o la comodidad, llevaban fuera del bullicio para cumplir un destierro o administrar sus heredamientos.
Un castillo en el cual, como en todos los —25— de la Edad-Media, se concentraría la vida de una comarca, se celebrarían justas, se quebrantarían tablados, se llevarían a cabo las acciones más heroicas, se cubrirían con el velo del misterio los más horrendos crímenes, y en las páginas de su historia estaría consignada la vida de sobresaltos e inquietudes de una pudorosa y bella dama, condenada por las costumbres a perpetuo encierro, sufriendo las iras de su adusto padre, noble encopetado, que temería manchar sus esclarecidos blasones, mezclando su sangre con la del pobre, pero honrado escudero o trovador, cuyo corazón, tan solícito para abrigar un intenso amor por la dama, fue muy tardío en comprender la enorme distancia que en la sociedad separaba al noble del plebeyo.
En los últimos años del siglo XI, cuando el Concejo de Ávila sostenía empeñada lucha contra su Obispo D. Domingo Blasco[1], por mutuas quejas, que, elevadas al Pontífice Lucio III, fueron falladas por los prelados de Toledo, Santiago, Segovia y Sigüenza, en virtud de un rescripto[2] del Santo —26— Padre; cuando arreciaban más y más las discordias y eran más profundos los rencores entre las familias más notables de la capital, que dieron motivo a que trescientos avileses[3] abandonaran sus hogares y fueran en busca de aventuras por los campos de Andalucía y Extremadura, manteniendo vivo el recuerdo de las rencillas entre serranos y ruanos[4]que tuvieron lugar en los primeros días del Conde D. Raimundo[5]y a raíz de la restauración de la ciudad, el castillo "'Mas que te pese" se nos presenta sirviendo de trinchera a los expatriados. Desde allí dirigían sus expediciones a las comarcas vecinas, y mantuvieron las hostilidades hasta que los almohades, atraídos por el rumor de las discordias entre la querellosa nobleza, cogieron desprevenida la atalaya y pasaron a cuchillo la guarnición.
Pocos años después, disipadas aquellas desavenencias populares, el castillo "Más que te pese" no pudo resistir la pujanza de los bravos avileses, y la cruz del cristianismo coronó sus almenas, sin que más tarde pudiera ser arrancada por los sectarios[6] del Islam. —27—
Tales son los hechos más culminantes, que la historia registra entre los muros de este castillo, apenas mencionado por las crónicas, acerca del cual enmudecen los documentos y cuya construcción se pierde en las nebulosidades que lleva consigo todo periodo de orígenes. Por esta razón, en torno de su fantástico nombre se han fabricado una multitud de cuentos romancescos que le han impreso un marcado carácter de popularidad; y poéticas leyendas, que le conceden una antigüedad extraordinaria, le hacen testigo de malogrados y firmísimos amores y le confieren blasones propios de los tiempos caballerescos; pero que en realidad, no encuentran fundamento que los sostenga.
La tradición más constante y generalizada en el país y que el viajero puede escuchar de los campesinos de Sotalbo, pueblo poco distante de la fortaleza, es la de que aquel castillo debe su construcción a un opulento caballero de Ávila, y refieren a propósito la historia de unos desgraciados amores habidos entre la hija de un magnate y un distinguido y gallardo joven de la ciudad. —28—
Dícese que las relaciones entre los mancebos no se limitaban a las múltiples fórmulas de galanteos, tan en boga en aquellos tiempos caballerescos; hacen referencias a secretas citas llevadas a cabo en el jardín de la casa a la luz de la luna, que parece colocada en el firmamento para presidir los secretos que se esconden en el fondo de las almas, dotada de un mágico poder para revelar en el semblante de las criaturas los sentimientos más íntimos y delicados, y constituir un misterioso, pero bellísimo atractivo del corazón enamorado.
Dicho se está, que la pasión encendida en el pecho de la joven, como todas las grandes necesidades del espíritu, no pudo permanecer por mucho tiempo oculta a los ojos del astuto y severo padre, y sin que la leyenda nos haya trasmitido las causas que tuvo para oponerse a estos amores, afirma que su influencia pudo recabar del monarca una carta ejecutoria[7], en virtud de la cual el amante de su hija había de salir de la ciudad, creyendo así extinguir el fuego que consumía dos corazones apasionados. —29—
El enamorado galán, dispuesto a cumplir el real mandato, juró al poderoso magnate, que ni aun la muerte borraría en él el recuerdo de su hija, y le apostrofó, diciendo: "Aunque os pese, he de ver a Ávila"; y al efecto, levantó en el indicado sitio el castillo, desde el cual es fama, que veía a su amada, que a su vez contemplaba la solitaria mansión del amante desde un balcón de su palacio, una de las casas fuertes adosadas al lienzo meridional de la muralla.
Pasaron algunos años sin que la ausencia ni el tiempo hicieran mella en sus atribulados, pero constantes corazones; bajo la acción de un mismo sentimiento y un mismo dolor sus semblantes palidecían; vieron demacrados sus cuerpos, y cuando éstos no fueron bastante a contener aquellos espíritus purificados por el amor, en un mismo día volaron al cielo para celebrar sus bodas y presidir desde allí, eternamente unidos, los amores de los hijos de su país, que mantienen viva la memoria de los malogrados amantes en el nombre del castillo "Más que te pese" y recuerdan el triste fin de los enamorados.
FUENTE
Picatoste, Valentín “El castillo de Más que te pese” Tradiciones de Ávila (s.n) Madrid, Miguel Romero, 1888. pp. 23-29.
Edición: Pilar Vega Rodríguez
NOTAS
[1] Domingo Blasco, Dentudo. Ávila, s. m. s. xii – 22.XII.1239. Noble y obispo de Ávi
[2] Rescripto: 1. m. Decisión del papa, de un emperador o de cualquier soberano para resolver una consulta o responder a una petición. (Diccionario de la lengua española, RAE).
[3] Avileses: abulenses. Es voz antigua.
[4] Ruanos: 1. adj. Dicho de una caballería: De pelo mezclado de blanco, gris o bayo. (Diccionario de la lengua española, RAE). Historia que cuenta fray Luis Ariz, monje benedictino en Historia de las grandezas de la ciudad de Auila. Luys Martinez Grande, 1607, III parte, p.6-7.
[5] El fundador de Ávila, casado con Doña Urraca. (Nota del autor).
[6] Sectarios: partidarios.
[7] Carta ejecutoria: sentencia dictada, trámite de la administración judicial en la Edad Media.