DESCUBRE LEYENDAS

Legendario Literario Hispánico del siglo XIX

Proyecto I+D Ministerio de Economía y Competitividad FFI 2013-43241R

Publicación

Observatorio Pintoresco, 2ª serie, nº 11, 25 octubre 1837.

Acontecimientos
Personajes
Witiza / Protospatario / Favila, duque de Cantabria / Wamba / Luz
Enlaces

Alonso Seoane, María José: “La ficcionalización de la historia en las narraciones de Ángel Gálvez publicadas en el Observatorio Pintoresco”. En José Manuel González Herrán et al., (eds.), La Historia en la Literatura Española del siglo XIX, Barcelona, Sociedad de Literatura Española del Siglo XIX. Edicions de la Universitat de Barcelona, 2017, pp. 369-382 [ebook pdf].

LOCALIZACIÓN

TUY

Valoración Media: / 5

ESTUDIO HISTÓRICO

AÑO 704

I

          ¡¡Nunca, palabra cruel y aterradora término de mi esperanza, nunca!! ¿Lo dices tú? ¿Tú? ¿Y yo que podré añadir a ese nunca? A ese nunca tan fatal y tan desabridamente pronunciado? A ese nunca debería yo dar un decreto de muerte, debería hacer separar tu cabeza de tus hombros. ¡Tu cabeza! Pero tu cabeza tiene tantos atractivos, tanta belleza, es tan hermosa; no, a ese nunca debería haber contestado yo hoy, hoy mismo. ¡Nunca! no lo puedo recordar sin sentir un estremecimiento general, una furia domina mi espíritu, no soy dueño de mí ni.... soy dueño de mí ni...

— Sr. vuestro Protospatario[1]

— Mi Protospatario, si, este es el que yo aguardaba, tal vez este... mi Protospatario... ¿Por qué se detiene? ¿Si sabrá ya? Salud amigo, jamás he deseado verte con mayor impaciencia. Siéntate. ¿Qué dicen en Tuy? ¿Qué has oído?

— Señor, nada, siempre el pueblo se conceptúa feliz y mucho más bajo la protección vuestra.

— Estás triste, parece que te domina algún pesar.

  Ninguno.

— ¿De veras?

— Lo preguntáis con una intención que me hacéis sospechar... ¿Sabéis algo? ¿Ha ocurrido alguna novedad en casa?

— ¿No has estado en ella?

— Seis días hace que V. A. me mandó comunicar vuestras órdenes al arzobispo de Toledo y en este momento acabo de apearme a

las puertas de vuestro palacio; nada sé.

— Hablemos de otra cosa.

— Si me permitís iré a presentarme a Luz y luego...

— ¡Luz! ¡Luz! y quién es esa Luz?

— Señor, mi esposa.

— Es verdad, no me acordaba, a fe mía hace mucho tiempo que no la veo, todos dicen que canta muy bien y aun no la ha escuchado tu rey. Esta noche tengo dispuesto un festín, a este festín concurrirán las más hermosas de Tuy. Anda, vete a casa, descansa de la fatiga de tan precipitada marcha; pero con una condición, a la noche concurriréis a mi casa Luz y tú.

— Pero señor...

— Lo he dicho, ah, oye , ya sabes que hace tiempo detenido está  en el alcázar D. Favila, el duque de Cantabria, sabes también que partidario de Wamba intenta aún... pero tú no necesitas saber más. Una comisión importante tengo que confiarte, y advierte que si a pesar de las razones de amistad que entre

ambos median, tu rey solo se fía de ti, razones poderosas le obligaron a ello, advierte también que dos espías míos te acecharán desde este mismo instante, y sabe que si faltas a mis

mandatos esos mismos se encargarán de ejecutar en ti lo que te voy a comunicar.

— Mandad.

— Bien considerado Favila no ha ejecutado cosa por la cual sea acreedor a la muerte, razones de estado hacen indispensable su posición lo mismo que la de Pelayo; pero sin embargo mi corazón no está tranquilo, yo los miro como los perturbadores de la paz, y mayormente de mi sosiego. Esta noche... no, esta noche tienes que venir a palacio, mañana pasarás a su prisión y en ella ¿Por qué tiemblas? Su prisión es demasiado oscura, el día y la noche se confunden en aquel lugar subterráneo, nada tiene que ver y para nada necesita la vista, y yo necesito sus ojos y tú me los traerás.

— ¡Yo! ¡Señor!

— Sí, tú mismo deberás sacárselos. En este estado, ciego, renunciará a toda las pompas cortesanas, el fastidio y la desesperación se apoderarán de su ánimo, será un habitante pacífico aunque desgraciado, y yo no tendré que acusarme de un asesinato. ¿Lo has oído? ¿Lo harás? Si no lo haces, acuérdate de lo que te he dicho. Dos espías te siguen, sondearán hasta tus pensamientos. Mi voluntad es esta, haz la tuya. Hasta la noche.

 

II

 

Que despejen inmediatamente ese aposento, que cese ese canto que me fastidia y atormenta, que se apaguen esas lámparas cuyo brillo ofuscan mis ojos, dejadme solo.

          ¡Cien mujeres! Todas ellas hermosas, todas jóvenes, todas encantadoras, todas procurando alegrarme y distraerme, y sin embargo, en medio de ellas yo he estado triste, desazonado, inquieto. Los vinos y licores han perdido su delicioso sabor esta noche para mí, y al probarlos parecía que libaban mis labios una copa de acíbar. ¿Y por qué? Ha faltado Luz, a ella solo buscaban mis ojos en la festiva orgía. Ella sola ocupaba mis pensamientos y mis ojos no la han encontrado, y mis ideas se han visto frustradas ¿Si habrán huido? Si tal vez... pero no, Recaredo y Farfán son fieles, ellos le siguen y me hubieran dado conocimiento. Aún existen en Tuy, si, aún existen por su desgracia, ¿pero quién se acerca? es el Protospatario y viene solo! ¡solo...! Infeliz.

- Vuestras órdenes quedan cumplidas. Favila el que ayer aun tenia ojos para llorar su desgracia.

— ¡Su desgracia!

— Ora ya solo tiene en su rostro dos concavidades, el sitio en que estuvieron, ya es ciego.

— Extraño celo y actividad para un asunto que de suyo no lo merecía, esa orden... me acuerdo que era para mañana, y no me deja de sorprender a fe mía que en vez de manifestarme las causas que han impedido la de esta noche, me deis parte de la de mañana.

— La de esta noche, ah señor, sois mi soberano, podéis disponer a vuestro albedrío de mi acero, de mi brazo; ya lo sabéis, porque de los golpes que este dé por vos, solo vos daréis cuenta a N. Sr., pero jamás conseguiréis que por mí mismo me deshonre.

- ¿Qué?

— ¿No me habéis entendido? Luz es hermosa, es la causa de mi felicidad; vos la mandabais venir a palacio, ¿y para qué? ¿Para

qué Witiza? Para que aumentase el número de vuestras muchas concubinas. ¿No es así? Para que en medio de la orgía, de los torpes cantares que os embelesan y a favor de vuestros excitantes licores rasgase el velo de pudor que tanto la hermosea... Para que... Señor, vos lo sabéis y yo también, yo también lo sé.

— ¿Lo sabes? Bien, muy bien, tú sabes lo que debía haber sucedido, ¿y sabes también lo que deberá suceder?

— Lo que puede suceder no me asusta, puede suceder que en vez del Protospatario de Witiza salga de su palacio esta noche un cadáver acosado de puñaladas.

— ¿Y nada más?

— ¿Qué más?

— ¡Infeliz! ¡Nada más! Hola, inmediatamente que una parte de mi guardia conduzca a mi presencia a la esposa del Protospatário.

— ¡Ah!

— ¿Lloras? ves como aún te faltaba algo más que la muerte: llora, ese llanto es el castigo digno de tu orgullo.

— Witiza, digno sucesor de Égica, mi orgullo morirá conmigo. ¿Has mandado que conduzcan a Luz? pues ya es tarde, tu no la

llegarás a ver.

— ¿No la veré?

— La verás muerta.

— ¡Muerta! Y tú te atreves a pronunciarlo? ¿Y lo dices con aire de satisfacción y triunfo? ¡Tú! ¡Infeliz! Pues bien, he aquí tu triunfo, he aquí tu satisfacción. Muere.

- Sí, muero... tu... golpe ha sido certero Wi... tiza, voy a reunirme con Luz y... con... los ángeles del Paraíso. Ple... gue a Dios que algún día te... vea en él. Muero, muero a... tus ma... nos, pero muero honrado.

A. G.

FUENTE

Ángel Gálvez, “Estudio histórico. Año 704”, Observatorio Pintoresco, 2ª serie, nº 11, 25 octubre 1837.

Edición: Mº José Alonso Seoane.

 

NOTAS

[1] Empleo equivalente en aquella época a capitán de guardias (Nota del autor).