Iria Flavia. Veneras de peregrino de Santiago
Padrón ocupa el lugar de la antigua ciudad de Iria, que según el geógrafo Tolomeo, era capital de los pueblos Cáporos que formaban una de las divisiones de los galaicos o gallegos, en la España primitiva. El itinerario de Antonino asegura que Iria servía de punto de residencia a los cónsules y pretores cuando visitaban esta provincia. En honor del emperador Flavio Vespasiano, y tal vez por agradecimiento a alguna merced que de él recibiría, tomó esta ciudad el nombre de Iria Flavia, con que es conocida en nuestras antiguas historias[1]. Una muy recibida tradición que data de los primeros siglos del cristianismo, refiere que martirizado en Jerusalén el apóstol Santiago, fue su cuerpo encerrado por sus discípulos en una barca que abandonaron a las olas, y que vino a parar a esta ciudad, que durante su vida había honrado con sus predicaciones. La barca fue atada a un pilar o padrón, que aún se conserva en la iglesia de Santiago, y de este dicen se deriva el actual nombre de esta villa, cuyas armas aluden a la misma tradición, pues consisten en una barca atada a un pilar en la que está el cuerpo del Apóstol; dos discípulos, uno a la proa y otro a la popa, en medio una cruz y encima una estrella con tres conchas o veneras de peregrino.
Al observar estas armas le ocurrió a Mauricio una pregunta a la que yo no pude responder, pero en cambio Caunedo lo hizo cumplidamente.
—Desde que llegamos a Santiago, dijo, en todas partes veo las conchas representando un papel importante; ¿qué significación tienen y por qué forman parte integrante del traje de los romeros o peregrinos?
—Veo amigo mío, que vd. no se contenta con hacer una pregunta sola; y veo también que nada se le pasa por insignificante que sea; que me place, y voy a enterarle de lo que quiere saber. Estas conchas llamadas en el país vieiras, son producto exclusivo de las costas de Galicia, y los peregrinos que venían de países lejanos, las solían llevar a su tierra como una muestra irrecusable de haber llegado a Compostela; esto fue causa de que se generalizara el uso. Después, cuando se inventaron los escudos de armas, se arregló el del apóstol Santiago con una espada en forma de cruz, que es la que llevan los caballeros de su orden, y dos conchas o veneras; desde entonces han entrado a formar parte de los blasones de algunos pueblos y familias en virtud de hechos más o menos verosímiles, pero que corren acreditados como historias verdaderas. Tal es, por ejemplo, la que se refiere de un devoto caballero portugués, que viniendo en seguimiento del cuerpo del Apóstol, cuando sus discípulos lo traían a Galicia, no hallando pasaje para atravesar el caudaloso río Miño, al frente de la villa de Camiña[2], se arrojó al agua con su caballo, y pasó felizmente a la otra orilla; pero una multitud de conchas se habían pegado a su vestido y al cuerpo del corcel. Este buen cristiano fue progenitor de la familia de Pimentel, que lleva conchas en su escudo.
También las llevan los Rivadeneiras, que dicen proceden de un infante gallego, hermano de la reina Loba o Lupa[3], quien tenía presos a dos discípulos de Santiago que predicaban la fe; protegidos por una doncella, fue esta a decir al infante, que era ciego, que si quería ver luz con sus ojos, bajase al calabozo de los prisioneros. Irritado el infante mandó martirizar a la doncella con los discípulos del Apóstol, mas al tiempo de llevarlos al suplicio, el incrédulo recobró la vista, y se le apareció en el cielo una cruz colorada con cinco conchas. Entonces se convirtió a la fe católica y se casó con la doncella. Esto fue a la orilla del río Neira y de aquí toman el nombre los Ribadeneira, y traen por armas aquella cruz con sus cinco veneras y una doncella.
Volviendo a la villa de Padrón, desde muy remotos tiempos tuvo silla episcopal, y en la época de los reyes godos se encuentra siempre la firma de los obispos Irienses, que como dijimos al hablar de Santiago, trasladaron allí su residencia cuando se descubrió el cuerpo del apóstol. Posteriormente, en tiempo de don Diego Gelmirez, primer arzobispo de Santiago, se fundó por disposición de éste y para conservar el recuerdo del antiguo obispado Iriense, una colegiata titulada Santa María de Iria flavia y segunda silla compostelana, que aún subsiste y extiende su jurisdicción a un razonable territorio.
FUENTE
Mellado, F. de P., Recuerdos de un viaje por España, 3ª y 4ª Parte, t. II, Madrid, Establecimiento Tipográfico de Mellado, 1850, pp. 74-75.
Edición: María José Alonso Seoane
NOTAS
[2] Recuerdos de Camiña : villa del Reino de Portugal en la provincia de entre Duero y Miño / los ofrece al Sr. Juan Antº de la Vega su amigo Solitano de Figueroa Manuel, 1835.
[3] La reina Lupa ó Luparia, nombrada en las crónicas de Galicia, era una señora que poseía entre sus dominios el solar donde al presente se alza la ciudad de Santiago. En un principio persiguió encarnizadamente a los discípulos del Apóstol, mas convertida por estos a la fe de J. C., los protegió y concedió un lugar para el sepulcro de su maestro (Nota del autor).