EL SALTO DEL FRAILE
I
“Cada piedra de la imperial Toledo o de sus cercanías, encierra una historia, o cuando menos, una tradición”, ha dicho un eminente orador contemporáneo, y efectivamente, el viajero oye con gusto referir, entre otras, las tradiciones que los guías le refieren de la Peña del Rey moro, la Piedra blanca del Cristo de la Luz y la Piedra donde la Virgen María puso sus pies al venir a poner en persona la celestial casulla al Prelado San Ildefonso. Más de un episodio dramático acaecido en otra roca próxima a la ciudad —episodio que el pueblo refiere al forastero— nadie hace mención que sepamos.
II
Al pie del enorme cerro del Valle y de su costado oriental, descúbrese sin gran esfuerzo una alta y pelada roca, que bien podría tomarse a primera vista por un monumento céltico. Corre de boca en boca —sin que haya quien fije la fecha— que desde aquella escueta mole de piedra se precipitó un fraile— ignoramos si lego o de misa— y después de haber degollado a una mujer junto al poético arroyo que por entre imponentes breñas se desliza; mujer, acaso señora de sus pensamientos, que en mal hora desairara sus apasionados ruegos. El hallazgo de los dos cadáveres próximos hizo sin duda conjeturar que el autor del horrible asesinato fue el religioso y que por esto se arrojó desde la peña que de tiempo inmemorial lleva el nombre de El Salto del Fraile.
El arroyo citado tomó asimismo, desde aquel hecho, el título que aún hoy lleva, y es de Arroyo del Vall de la Degollada.
FUENTE
Moraleda y Esteban, Juan de Mata, Tradiciones y recuerdos de Toledo / Edición: 3ª ed. corr. y aum. Toledo : Imprenta, Libreria y Encuadernación de Menor Hermanos, 1888.
Edición: Lorena Valera Villalba