La piedra del diablo
Entre las innumerables tradiciones que la fértil imaginación del vulgo encuentra al origen misterioso de la Piedra del Diablo corre más generalizada y aún creída la siguiente: cuentan los sencillos campesinos que en las inmediaciones de Gerona, una joven y bella pastora ofreció su alma al diablo si antes de las doce de la noche pasaba a la ribera opuesta del río Ter, dejándola sana y salva de todo peligro en el sitio en que la esperaba su amante; aceptado el pacto por el ángel malo, construyó, sin perder momento un puente que aún existe, empleando en la obra enormes piedras que tuvo necesidad de trasladar -nada menos- que desde la cima de los Pirineos; pero al llegar con el último peñasco sonaron las doce, y produciendo un estruendo tan horrendo que parecía conmoverse toda la tierra, lo dejó caer en el punto en que hoy se halla.
(La Ilustración de Madrid: revista de política, ciencias, artes y literatura Tomo Segundo Año III Número 52 - 1872 febrero 29, p.58)