DESCUBRE LEYENDAS

Legendario Literario Hispánico del siglo XIX

Proyecto I+D Ministerio de Economía y Competitividad FFI 2013-43241R

Publicación

Guía del viajero en Manresa y Cardona. Barcelona, Vicente Magriñá, 1860.

Acontecimientos
Amores trágicos
Personajes
Abdalá, Amaltrudis
Enlaces
Torre de la minyona
Abad, M.  La Torre de la Minyona (Rondallari) de Equip Susaeta en Iberlibro.com - ISBN 10: 8467719559 - ISBN 13: 9788467719550 - SUSAETA - 2012
Arcos López, Roser. "Estudi arqueològic de la Torre de la Minyona del Castell de Cardona i del seu entorn." (2013).
Bernal, Francesc Rodríguez. Els vescomtes de Cardona al segle XII. Una història a través dels seus testaments. Vol. 7. Universitat de Lleida, 2009.
de Cardona, Francisco. "Historia y leyenda en el castillo de Cardona." Boletín de la Asociación Española de Amigos de los Castillos 6.20 (1958): 3-12

LOCALIZACIÓN

CARDONA

Valoración Media: / 5

Torre  de la  Poterna

Esta torre, obra del tiempo de los romanos, según se cree, y por consiguiente, el edificio más antiguo del —342— Castillo,  es de forma circular, ligeramente cónica, de 5 varas (4 metros) de diámetro, por 19 (13 metros) de elevación. Llámase de la miñona, esto es, de la doncella, por el trágico fin que en ella tuvo una hermosa joven hermana de los vizcondes de Cardona, cuyo suceso vamos a referir.

Vivía en el árabe castillo de Maldá un joven moro llamado Abdala que vestido con una completa armadura de cristiano, con visera calada y lanza en puño, partía muy a menudo  al trote de su alazán en dirección a Cardona.

Cuenta la tradición que el joven moro del castillo de Maldá se había perdidamente enamorado de la bella Amaltrudis, hermana del vizconde de Cardona. Ésta y Abdala se habían visto, se habían amado, pero no nos dice la tradición ni cómo se habían visto, ni cómo se habían amado. El amor de la cristiana había de tal manera influido sobre el moro, que este abrazó la divina religión del Hijo de María, y ella le dio,  en cambio,  su mano de esposa. Abdala, pues, era secreto cristiano y esposo secreto también de Amaltrudis.

Los dos amantes esposos solo podían verse de vez en cuando, y en los días convenidos de antemano, un farol colocado en lo alto de la torre del homenaje indicaba al doncel que podía llegarse sin temor hasta la poterna[1], que su esposa le abría para introducirlo en el castillo.

Amaltrudis sabía  que su hermano no la hubiera perdonado jamás su matrimonio con un hombre que no hubiese él mismo escogido, ni su amor a su enemigo, a un moro, sobre todo. Los dos esposos sufrían pues en silencio, pero aguardaban días mejores que no llegaron jamás. —353—

Una noche, cerrada ya la puerta de la poterna, dirigíase Amaltrudis hacia su estancia, cuando se vio sorprendida por Bremundo, quien sin articular palabra, hizo la señal para que le siguiese. Atravesaron ambos varias estancias del castillo, y penetraron en la que entonces se llamaba sala dorada, a causa de la riqueza de dorados que brillaban por todas parles, lujo excesivo para la época y que solo se permitía a los reyes y a los grandes señores. Aún existe en el día esta sala que, después de distintas transformaciones y de haber mudado varias veces de nombre, ha venido a parar en un salón cualquiera, sin lujo, sin riqueza, desnudo del todo, no guardando de sus bellos tiempos más que su hermoso artesonado que se recomienda por sí solo a los amantes del arte.

La sala se convirtió en tribunal de justicia, donde Bremundo con sus hermanos discutieron acerca del castigo que debía darse a la que tan bajamente había ultrajado su honor. Terminada la discusión, y decretado el fallo mandó Bremundo a Amaltrudis que la siguiese, y obedeciendo a su hermano mayor el vizconde, dirigiéronse ambos hacia una puerta que había al extremo de la sala. En la época de que hablamos existía un rústico puente de piedra que unía las habitaciones del castillo con la torre del homenaje. A este puente tenia puerta  la sala dorada.

El vizconde y la joven pusieron pie en el puente, y atravesándolo llegaron a la torre. A la derecha empieza hoy una tortuosa escalera, que sube hasta la plataforma superior, enfrente se ve una puerta de hierro baja y estrecha que conduce a una estancia reducida y circular, lóbrega y oscura, que no recibe más —344— luz que la  penetra por un agujero cuadrilongo cerrado por dos barras de hierro en cruz. Es aquella una estancia horrible como una cárcel y triste como una tumba, y en ella encerró Bremundo a su hermana. Amaltrudis quedó sola en aquel sepulcro. Sus hermanos habían decidido que expiara su falta en la prisión de la torre del homenaje, todo el resto de su vida.

La infortunada joven ya no volvió jamás a ver a sus hermanos ni  a más criatura viviente que a un esclavo mudo que había en el castillo, único encargado de llevarla cotidianamente un pan y un jarro de agua.

Abandonada de lodos, olvidada del mundo entero, sin oír una voz humana sin ver más rostro que el de su carcelero, Amaltrudis fue languideciendo y murió poco a poco de consunción. Sin embargo, vivió todo un año, pero un año de agonía prolongada y cruel.

Desde entonces, a la torre del homenaje bautizóla el vulgo con el nombre de la miñona, esto es, torre de la doncella que todavía conserva en memoria de la hermosa joven que en ella tan cruelmente acabó sus días.

Aun se ve en ella la lóbrega y oscura estancia, donde murió Amaltrudis. El viajero que desee hacérsela enseñar, podrá satisfacer su curiosidad y deseo, si se dirige al Sr. Gobernador del castillo.

En 1822 se hizo la escalera para subir a la torre.

 

FUENTE

Cornet y Mas, Cayetano, “Torre de la poterna”, Guía del viajero en Manresa y Cardona. Barcelona, Vicente Magriñá, 1860.

Edición: Pilar Vega Rodríguez


[1] Poterna: En las fortificaciones, puerta menor que cualquiera de las principales, y mayor que un portillo, que da al foso o al extremo de una rampa. (RAE, Diccionario de la lengua española)