Convento de Santo Domingo. Manresa
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En su claustro, que lo propio que el resto del convento sirve ahora de cuartel de infantería, había una capilla, donde es tradición que vivió algunos meses san Ignacio de Loyola, cuando en 1522 pasó de Montserrat a Manresa. En este convento, dice el P. Villanueva, comenzó su carrera de la perfección, dirigido por un religioso dominico llamado Fr. Gabriel Perellós, por manera que según opinión de algunos religiosos de la Orden, san lgnacio ampliaba en Santo Domingo las inspiraciones de la Cueva, pues dicen, no es fácil pudiera escribir en ella con la comodidad debida, atendido lo limitado del local. En memoria de esto, y por especial cuidado del celoso dominico P. Fr. Francisco Enrich, en el primer altar de la iglesia, a mano izquierda debajo del coro, se ve un cuadro al óleo en el que están representados los principales actos del santo Fundador de la Compañía de Jesús en este convento (1). Es el mismo lienzo, aunque restaurado, que había en la antigua capilla del claustro, que para perpetuo recuerdo servía de sala capitular antes de la exclaustración de 1835. También se veneraba una cruz grande, la cual es tradición que cargaba algunas noches sobre sus espaldas el santo Patriarca, paseando los claustros y escaleras en ejercicio de penitencia. Conservábase la memoria de este suceso en un rótulo que lo refería (1).
(1) En santo Domingo revelósele a san Ignacio el misterio de la santísima Trinidad, y la presencia real de Jesucristo en la sagrada Eucaristía.
Cornet y Mas, Cayetano, Guía del viajero en Manresa y Cardona: descripción de todo lo notable en ambas poblaciones. Barcelona, Imprenta de Vicente Magriñá, 1860, 118.